No existe otro adjetivo para calificar la demanda interpuesta por Íngrid Betancourt ante el Estado colombiano que "vergonzosa." Íngrid presentó una solicitud de conciliación extrajudicial el pasado 30 de junio, que fue denegada por el Ministerio de Defensa, que se declaró "sorprendido y apesadumbrado" por la demanda. La ex candidata a la presidencia aduce que el Estado conculcó su deber constitucional de darle la debida protección dentro del territorio nacional. Mientas que el gobierno asegura que le advirtió a Betancourt en su momento que no se trasladase a la zona donde la raptaron, su familia sostiene que oficiales del Ejército autorizaron su traspaso por la zona de despeje.
Su actitud ha desconcertado, no solo por la contradicción que entraña, sino porque culpar al Estado por un acto criminal de las Farc es, para muchos, un desafío a la lógica. La demanda se basa en dos argumentos principales. El primero, que no hubo suficiente protección oficial el día del secuestro para que la candidata presidencial del Partido Oxígeno se desplazara a San Vicente del Caguán, y, el segundo, que no se hicieron suficientes esfuerzos para acelerar su liberación.
Mi opinión: Ninguno de esos dos argumentos parece sostenible. Íngrid sí quería ir a San Vicente para realizar un evento proselitista ya que el alcalde del municipio era partidario del Partido Oxígeno. El mismo presidente de entonces Andrés Pastrana había dado por terminado el Proceso de Paz y se había concluido el despeje de los 42.000 kilómetros cuadrados de la zona del Caguán. La guerrilla de las Farc estaba en pleno repliegue y el ejército poco a poco estaba recuperando el territorio, y se sabía que las condiciones de seguridad eran muy precarias. Dados estos hechos, es claro que ella desoyó las advertencias que se le hacían para no concurrir al evento en San Vicente puesto que el Estado no podía garantizar su seguridad. Hasta Clara Rojas en su libro Cautiva afirma que le mandaron razón a Íngrid en el mismo aeropuerto de Florencia con un oficial de que el riesgo de viajar era alto, y que si se arriesgaba a continuar, lo haría exclusivamente bajo su responsabilidad. Por ende, el Estado no puede responsabilizarse por su secuestro, por más trágico y lamentable que hubiera sido, ni abonar su solicitud millonaria. Concuerdo con Gustavo Petro, "las Farc fueron las que perpetraron el secuestro, no el Estado, y si está libre fue gracias a una operación militar exitosa y no a una liberación unilateral (de las Farc)." Íngrid le está pidiendo peras al olmo.
Tacho de admirable y meritorio el accionar del equipo charrúa, con especial mención de Diego Forlán, quien ganó el "Balón de Oro", premio con el que la FIFA distingue al mejor jugador del Mundial. Anotó cinco veces y la mayoría de los goles fueron fabricados por él mismo. Lo que decantó la balanza hacia Forlán fue el nivel de compromiso con su selección nacional. En semifinales y en el partido por el tercer lugar se vio con problemas físicos tras haber disputado más de 60 encuentros en el último año. Pese a ello, estuvo lo más que pudo dentro del campo y hasta anotó dos veces. Ejemplar.
Mi opinión: No hubo otro conjunto en el torneo que jugara con el mismo dinamismo y el mismo ahínco en el campo. Todos se mostraron contentos, relajados y concentrados. Algo que se reflejó en su entrega en el campo. Vale mencionar la gracia con que perdieron y el sentido de colectividad que los unió hasta el final, algo del que careció el equipo francés que se declaró en huelga y rehusó entrenar entre otros escándalos que marcaron su malhadado colapso.
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