Hago un breve paréntesis de mis elucubraciones acostumbradas para abordar un tema que siento que es importantísmo: la protección que nos brinda Jesús. Faltan ya nueve días hasta mi partida a Colombia que se efectuará el 1er de Agosto, y mi respuesta a las preguntas de quienes desean saber dónde pasaré el próximo año sigue generando reacciones encontradas. ¿Pero, es seguro ese país?, me interrogan. ¿Y qué de los secuestros, el conflicto armado y el narcotráfico que siguen azotando al pueblo colombiano?, me preguntan, presos de nerviosismo e inquietud.
La vida trashumante que llevo, como la labor evangelística y el oficio de un funcionario del servicio exterior, nunca ha sido fácil, y a veces ha sido peligrosa. He arriesgado la vida en continuos viajes por Latinoamérica, expuesto a los constantes cambios de altitudes, climas y comidas. He dejado de ver a mi familia por tiempos prolongados. En ocasiones me ha tocado vivir en medio de condiciones paupérrimas y amenazas. A pesar de que un taxista se quedó dormido al volante en Chile mientras me conducía al aeropuerto y nos chocamos violentamente contra el poste de peaje, a pesar de que otro taxista argentino me impuso un pago engañoso, apañándose con una cantidad significativa de mi plata, me animo a romper brechas y continuar mi periplo por Suramérica con la frente en alto y con el espíritu henchido de una impavidez inenarrable. No es que sea valiente, ni que tenga espíritu de sacrificio. Es que todo riesgo podemos confiar plenamente en Jesús. La experiencia me lleva a confiar, pues en innumerables hechos, de diversas formas y en muchas ocasiones, he comprobado que "en todas estas cosas somos más que vencedores" (Romanos 8:37).
Estaba leyendo recientemente El Poder de Su Presencia, un libro escrito por Alberto Motessi, un connotado evangelista argentino, en el que describe como fue amenazado de muerte cuando se alistaba a liderar una cruzada en Medellín, Colombia. Enclavada en el Valle de Aburrá, Medellín fue durante muchos años el escenario donde se protagonizaron las luchas más encarnizadas contra el narcotráfico en el Continente. Cuando se preparaban para llevar a cabo un seminario de liderazgo en preparación a la cruzada que iba a tomar lugar en Medellín, de pronto recibió Motessi una llamada de una mujer histérica, quien le informó entre gritos y sollozos de que iba a ser el próximo blanco de un ataque terrorista.
Después de recibir la llamada telefónica, se reunió un grupo reducido para considerar el asunto. Se avisó a la policía, la que inmediatamente fue a observar el área alrededor del edificio donde se celebraría la cruzada. Había varias posibilidades que sopesaban con detenimiento. La más fuerte era la cancelación inmediata del seminario y el envío de los asistentes a sus respectivos hogares. Pero jamás me olvidaré de cuando leí las palabras del Coordinador de Cruzadas, Horacio de la Vega cuando exhortó a los circunstantes a que confiaran en el "Dios del Salmo 91."
Ese bendito Salmo me ha acompañado en todos mis viajes alrededor del mundo. Me acompañó en Chile cuando sufrí un accidente automovilístico de gravedad y me acompañará en Colombia donde el peligro en muchas partes del país es constante. El Salmo 91 nos habla de quién es Dios. Comienza con palabras bien descriptivas: "El que habita al abrigo del Altísimo, morará bajo la sombra del Omnipotente." Parecen dos frases distintas, pero es una misma idea que se complementa: Hay aquí dos verbos que son sinónimos: habitar y morar, y están acompañadas de dos expresiones bellísimas. La expresión, "al abrigo del Altísimo," nos regala la realidad de una de las más hermosas vivencias de un ser humano que conoce al Señor: Dios es un ser de refugio, un ser que proporciona calor, que rodea con el aliento de su Espíritu y no deja en nosotros áreas desprotegidas y vulnerables.
La segunda expresión "morará bajo la sombra del Omnipotente," nos comunica tres verdades: 1.) morar: vivir con participación plena en el quehacer y los privilegios de un hogar; 2.) sombra: lo que impide que las influencias externas del reino de las tinieblas nos dañen y nos aparten del propósito de Dios; 3.) Omnipotente: Dios todo lo puede, nada le es difícil. Lo único que no puede hacer es fallar.
Veámoslo ahora en conjunto: cuando se participa plenamente en las responsabilidades y prebendas de la Casa de Dios (la Iglesia), se puede estar seguro de que las influencias del diablo mismo no nos apartarán del propósito de Dios, el cual nos guarda, porque para él, no hay imposibles.
En el versículo cuatro David dice "Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro." Desde luego, Dios no tiene alas ni plumas. El salmista nos habla en sentido figurado del carácter paternal, del espíritu protector de Dios. Jesús empleó la misma figura: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta a sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!" Jesús condolido por el rechazo de su pueblo, utiliza otra vez la figura de un ave, esta vez una gallina, que se lamenta de que sus polluelos han sido demasiado independientes y rebeldes para buscar cobija y protección bajo sus alas.
Puedo testificar que en cada situación de mi vida, personal, familiar, económica, anímica, espiritual, en que he sido atacado por el enemigo de Dios y de las almas, no solo he sabido pelear la buena batalla con toda la armadura de Dios, sino qué con ingenuidad de un niño he corrido a refugiarme bajo las alas de nuestro Padre Eterno. Nuestra seguridad y nuestra fe se sustenta en la promesa de Dios. "Ninguna arma forjada contra ti prosperará; y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová" (Isaías 54:17).
Así que para todos los que me siguen preguntando si me sentiré seguro en Colombia, la respuesta es categóricamente "Sí" porque "en paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado."
"Rebosa en mi corazón un tema bueno; al rey dirijo mis versos; mi lengua es como pluma de escribiente muy ligero." (Salmo 45:1)
RENUNCIA DE RESPONSABILIDAD : Las opiniones aquí expresadas pertenecen al autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista del Departamento del Estado de los EEUU, el Programa Fulbright, la Comisión Fulbright de Colombia, el Instituto de Estudios Internacionales (IIE) o la Universidad de los Andes. Léase todo con comprensión. Atentamente, Gabriel-Josué Hurst
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