RENUNCIA DE RESPONSABILIDAD : Las opiniones aquí expresadas pertenecen al autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista del Departamento del Estado de los EEUU, el Programa Fulbright, la Comisión Fulbright de Colombia, el Instituto de Estudios Internacionales (IIE) o la Universidad de los Andes. Léase todo con comprensión. Atentamente, Gabriel-Josué Hurst

sábado, 10 de julio de 2010

Los jóvenes estadounidenses y el mundo

En lo que podría augurar un mejor futuro para las relaciones de los Estados Unidos con el resto del mundo a largo plazo, un nuevo estudio realizado por el Instituto Internacional de Educación (IIE), una organización no gubernamental con sede en Nueva York, el número de estudiantes estadounidenses que están estudiando en el exterior se ha duplicado en la última década, y que alcanzará un nuevo récord en los años venideros. En el año 2006 alcanzó 206 000, muy por encima de los 83 000 de hace una década, y de los 45 000 de hace dos décadas. Debo admitir que mi primera reacción al saber esta noticia fue de alborozo. Las cifras sugieren que los Estados Unidos podría estar empezando a dejar de ser un país tan ensimismado e insular, donde casi el 80% de la población no tiene pasaporte, y donde-según una reciente encuesta del National Geographic-el 63% de los jóvenes no puede ubicar a Iraq en un mapa, y el 69% no puede localizar a China.

Las cifras también indican que la juventud de hoy se está dando cuenta de que, en una economía global donde las telecomunicaciones están acortando las distancias, le será mucho más fácil obtener un empleo si puede poner la palabra "China" o "Argentina" en su currículum vitae, afirman los funcionarios de IIE. Y las universidades de los Estados Unidos, conscientes de que sus contrapartes europeas ya exigen que su alumnado pase períodos considerables en el extranjero o sean capaces de defenderse al menos en una lengua extranjera, no se quieren quedar rezagadas.

Sin embargo, cuando me percaté de que los países que están escogiendo los estudiantes estadounidenses no se ubican en el mundo emergente, me di cuenta de que-lamentablemente-sólo un pequeño número de los futuros líderes de los Estados Unidos están pasando parte de sus años formativos en el mundo en desarrollo. Más del 60% de los estudiantes van a Europa, mientras que sólo el 14% va a América Latina, el 8% a Asia y el 7% a Oceanía.

El destino más popular es Inglaterra, con 32 000 estudiantes norteamericanos. México y Costa ocupan los sexto y décimo lugares, respectivamente, con los 9 200 y 4 800 que les corresponden a cada uno. Chile, Argentina y Brasil se adjudican los 16, 18 y 19 puestos respectivos, quedándose muy por debajo de los países europeos.

Dicho sea de paso, los estudiantes eligen dónde estudiar en parte por el lenguaje, en parte por la diversión, y en parte por el marketing de los países receptores. Según Peggy Blumenthal, vicepresidenta de IIE "la mayoría de estudiantes estadounidenses son monolingües." La razón por la cual muchos prefieren estudiar al exterior en Europa, en comparación con Latinoamérica, es porque países como Inglaterra, Italia y Francia les permiten tomar asignaturas en inglés que fácilmente pueden convalidarse en las universidades de origen a su regreso a los EEUU. El Tecnológico de Monterrey en México se destaca como una clara excepción, ofreciendo buenos programas en inglés a los estudiantes estadounidenses que deciden radicarse sur de la frontera.

Mi opinión: Igual que, como escribió Oppenheimer hace unos años, América Latina podría beneficiarse enormemente si lograse captar una parte de los cientos de miles de estudiantes estadounidenses que estudiarán en el extranjero en los próximos años. Es cierto es que las noticias sobre el descontento social, la inestabilidad política y la delincuencia callejera serán escollos para atraer a muchos. Pero lo cierto es que los jóvenes de hoy son menos reticentes que sus antepasados y más propensos a cuestionar antiguos estereotipos que tachan a Latinoamérica de violento, corrupto y al borde del colapso.

Con sus encantos turísticos, precios relativamente bajos y un estilo de vida holgado y apetecible, América Latina podría convertirse en un destino preferido para los estudiantes estadounidenses. Eso no sólo acarrearía un beneficio económico a la región, sino que ayudaría a que ambas partes muden de pareceres basados en prejuicios y se entiendan mejor en el futuro.

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