RENUNCIA DE RESPONSABILIDAD : Las opiniones aquí expresadas pertenecen al autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista del Departamento del Estado de los EEUU, el Programa Fulbright, la Comisión Fulbright de Colombia, el Instituto de Estudios Internacionales (IIE) o la Universidad de los Andes. Léase todo con comprensión. Atentamente, Gabriel-Josué Hurst

viernes, 9 de julio de 2010

Al perder ganaron mi aprecio

El desempeño de la selección uruguaya en este Mundial ha reforzado la identidad de los uruguayos y ha cambiado la mentalidad de muchos con respecto al fútbol. "Uruguay es un país chico y subdesarrollado, que no tuvo participación en guerras mundiales, no tuvo guerras civiles, no ha sufrido catástrofes naturales, y la forma que ha tenido de trascender y ser conocido en el mundo ha sido por el fútbol, por los dos triunfos olímpicos de 1924 y 1928 y luego por haber sido campeón mundial en 1930 y 1950", puntualizó a BBC Mundo Rafael Bayce, Doctor en Sociología y también Director Técnico de fútbol. El orgullo nacional ligado a los triunfos deportivos se fue perdiendo, cuando en la segunda mitad del siglo XX Uruguay dejó de destacarse en el fútbol mundial. A partir de este campeonato, en el que Uruguay llegó a semifinales y está a punto de disputar el tercer puesto, los uruguayos, y con ellos me incluyo yo, comenzamos a vernos despojados del mandato histórico que significó haber sido dos veces campeones mundiales, aseguró Leonardo Mendiondo, docente de Sociología del Deporte en la Universidad ORT.

Lo más curioso del caso es que Uruguay se ha ganado el respeto no sólo de sus 3 millones de habitantes sino también de millones de extranjeros que han llegado a identificarse con la lucha hercúlea que libró a brazo partido contra sus contricantes, muchos de los cuales estaban mejor posicionados que Uruguay en el ranking mundial de la FIFA. Aunque debo confesar que el balompié nunca fue un deporte que cautivó mi atención, la actuación de los celestes fue categóricamente meritoria. Muchas veces me he sentido como Uruguay, pasado por alto y tenido por dispensable. Eran Brasil y Argentina los países que se anticipaba que llegasen más lejos en este torneo. No pocos se quedaron pasmados cuando el único equipo presente a estas instancias fuese Uruguay, luego de que hubiese 4 latinoamericanos en cuartos de final. Aunque Uruguay fue el último país en Latinoamérica en clasificarse para la Copa Mundial, llegó el más lejos, por poco conquistando una tercera Copa para los charrúas. Yo, de mi parte, me encuentro campante por haber participado, así fuera de forma ocular, en los festejos y jolgorios. A diferencia de otras selecciones nacionales, no a los charrúas les costó tener conciencia del trabajo en conjunto, sacrificar el lucimiento personal y romperse el alma por la camiseta del país.

Por eso, no me da reparo en decir que a partir de ahora Uruguay siempre constituirá mi equipo preferido (siempre y cuando que no llegue Colombia), no porque han demostrado que pueden salir campeones en una Mundial, sino porque saben cómo desafiar las bajas expectativas de sus detractores y convencer a un país en vías de desarrollo que aún tiene sorpresas y talentos por ofrecer. Al perder, los charrúas sin lugar a dudas ganaron mi aprecio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario