RENUNCIA DE RESPONSABILIDAD : Las opiniones aquí expresadas pertenecen al autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista del Departamento del Estado de los EEUU, el Programa Fulbright, la Comisión Fulbright de Colombia, el Instituto de Estudios Internacionales (IIE) o la Universidad de los Andes. Léase todo con comprensión. Atentamente, Gabriel-Josué Hurst

viernes, 17 de septiembre de 2010

De Guatemala a Guatepeor: comicios del medio plazo en EE.UU.


El sondeo realizado por 'The 'Washington Post' me ha dejado consternado. De acuerdo al sondeo, la falta de progreso económico y un electorado que parece estar tornando su espalda al presidente Barack Obama se están conjugando para lo que parece será un repunte republicano en las elecciones legislativas de noviembre. El 47 por ciento de los encuestados dice que respaldará a un republicano en los comicios frente a un 45 por ciento que se inclinaría por demócratas. Aunque la cifra es estrecha, tiene relevancia, pues hace 10 meses los demócratas superaban a sus rivales por casi 10 puntos en esta misma categoría.
 
A eso se suma que entre los republicanos un 53 por ciento sostiene que acudirá a las urnas en dos meses, mientras entre demócratas solo un 40 por ciento lo haría. El partido de oposición también está a la cabeza en los temas más importantes. Un 43 por ciento de los estadounidenses piensa que los republicanos están mejor capacitados para manejar la economía contra un 39 por ciento que cree que son los demócratas.
 
Y si bien este número tampoco es muy amplio, es importante, pues se trata de la primera vez en 8 años que los republicanos aventajan a los demócratas en este tema. Actualmente, el partido oficialista controla ambas Cámaras del Congreso. Pero se estima, si la tendencia se mantiene, que podrían recuperar al menos uno de los órganos del legislativo, posiblemente la Cámara de Representantes.
 
 
 
Lo cual, sin duda, podrían ser malas noticias para el presidente, pues tendrá que hacer avanzar su agenda en un Congreso polarizado. En gran parte, el bajonazo demócrata corresponde a la percepción que se han hecho los estadounidenses del presidente en estos 18 meses que lleva en la Casa Blanca. De entrada, solo un 46 por ciento aprueba su desempeño, el número más bajo que ha registrado desde su llegada al poder. Por primera vez, además, una mayoría del país -el 53 por ciento-, cree que Obama no cumplió con los cambios que tanto prometió en campaña.
 
Mi opinión:

Pese a las críticas incisivas que se le han lanzado a Obama, encomio su proceder político y el temple impertérrito con el que ha tratado de resolver los problemas que aquejan a la economía. Cabe señalar que el paquete de estímulo logró revertir la caída de la economía, pero no incidió en la recuperación del empleo de la manera como se esperaba y, además, provocó un aumento del déficit fiscal. Obama ya casi cumple dos años en la Casa Blanca, y me parece inapropiado aunque tentador afirmar que él sí heredó todos estos problemas de su antecesor, George W. Bush. Aunque la gran mayoría de los males ecónomicos por los que estamos atravesando sí se remontan a la anterior administración, endilgar la culpa a G.W.B, por más veraz que sea, no va a ayudarnos a ponerle fin a la debacle financiera en la que nos encontramos. 

Más allá de la economía, otros factores de índole socio-cultural pueden ser decisivos en las elecciones de noviembre. Una ola de ultranacionalismo conservador y religioso va creciendo a pasos agigantados en Estados Unidos y puede convertirse en la fuerza decisoria de las elecciones legislativas que tendrán lugar en dos meses. Hace algunos días, este fenómeno, auspiciado por el periodista radial Glenn Beck, convocó en Washington a una asombrosa multitud de 200.000 personas que gritó consignas extremistas y que ve al presidente Barack Obama como a uno de sus principales enemigos. El convocante principal era Glenn Beck, quien tomó el micrófono en las escaleras del monumento a Lincoln e invitó como oradora a la ex candidata republicana a la Vicepresidencia Sarah Palin. Justo 47 años antes, en ese mismo lugar, el líder negro Martin Luther King había pronunciado su histórico discurso 'I Have a Dream' (Tengo un sueño), en el que manifestó su anhelo de que algún día los afroamericanos fueran juzgados por su forma de pensar y no por el color de su piel.

El acto fue un claro desafío al recuerdo de ese prócer de los derechos civiles. Los convocantes lo presentaron como una protesta contra las políticas de Obama, a quien consideran un conspirador islámico contra Estados Unidos. Se quejaban de todo: de la reforma a la seguridad social, de la retirada de Irak, del acercamiento al mundo musulmán, de la idea de mejorar la situación de los inmigrantes ilegales, del proyecto de edificar una mezquita cerca de la Zona Cero en Manhattan, y acusaban a Obama de racista con los blancos.

Si compulsamos la hoja de vida de Barack Obama, egresado con honores de Columbia y Harvard, con la de Glenn Beck, un borracho empedernido supuestamente rehabilitado tras vincularse a Alcohólicos Anónimos, los contrastes son bruscos. Mientras Obama ostenta el honor de haber sido el editor de la Harvard Law Review y ejerció la docencia en la Universidad de Chicago en Leyes Constitucionales, Beck sólo ha tomado "una" clase universitaria cuando tenía 32 primaveras. Partidario del porte de armas, casado dos veces, nació católico y se convirtió en mormón. Pese a su mediocre desempeño académico, Beck sí ha sabido ganarse la "papa" ventilando por los cuatro vientos sus sandeces y despotricando contra Obama, contra los inmigrantes y contra a los musulmanes, adjudicándose un salario de 33 millones de dólares al año. Glenn Beck es, a todas luces, la apoteosis del "triunfo de la ignorancia."

El que este atarván haya logrado convocar a tanta gente no sólo se explica en términos políticos, pues yo sostengo que se debe a que muchos estadounidenses sienten miedo. Miedo a lo externo, a lo que viene de fuera, a lo foráneo. Miedo de los blancos, de los Wasp (White Anglo-Saxon Protestants, es decir, Blancos Anglosajones Protestantes), a ser minoría. Miedo a la construcción de una mezquita a dos cuadras de la Zona Cero en Nueva York. Ese mismo miedo hizo que algunos apoyaran la iniciativa del pastor protestante Terry Jones, quien pensaba quemar ejemplares del Corán en Gainesville (Florida), en el noveno aniversario del 11 de septiembre.

Aunque me encuentro incapaz de realizar proyecciones sobre la forma en que el ultranacionalismo conservador repercutirá en los comicios de noviembre, creo que es indispensable que nos acordemos de quiénes somos y de dónde salimos. Por lo visto, somos una nación altamente desmemoriada y me contrista que nos estemos dejando llevar por el temor y la insensatez.

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