RENUNCIA DE RESPONSABILIDAD : Las opiniones aquí expresadas pertenecen al autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista del Departamento del Estado de los EEUU, el Programa Fulbright, la Comisión Fulbright de Colombia, el Instituto de Estudios Internacionales (IIE) o la Universidad de los Andes. Léase todo con comprensión. Atentamente, Gabriel-Josué Hurst

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Un país sin Piedad



La prensa colombiana no deja de anonadarme. El fallo del Procurador Alejandro Ordóñez de remover a la senadora Piedad Córdoba de sus funciones políticas me dejó prácticamente patidifuso, pero dada la tarea que a ella le tocó realizar, no me sorprende la actuación de quienes se proponen contrarrestar la oposición al gobierno oficialista. Por haber "promocionado y colaborado" con las Farc, la Procuraduría destituyó e inhabilitó por 18 años para el ejercicio de cargos públicos a Córdoba y le pidió a la Corte Suprema indagar si también tuvo responsabilidad en delitos de lesa humanidad cometidos por esa guerrilla.

Según el Procurador, Alejandro Ordóñez, se está utilizando el mismo precedente jurídico que los magistrados de la Corte están aplicando a los congresistas condenados por "parapolítica." La Corte Suprema en sus decisiones ha considerado que los 'parapolíticos' también son responsables de los crímenes con los que se asociaron. Esta misma situación se traslada a la senadora Córdoba por la supuesta relación que tuvo con las Farc y por la que ella puede ser presuntamente responsable de los crímenes atribuidos a la guerrilla como secuestros y crímenes. El Procurador se había abstenido de dar mayores detalles de la decisión para no quedar impedido frente a una eventual impugnación del fallo, que él tendría que revisar.

Por el cargo principal de "colaborar con las Farc" en el manejo político del intercambio humanitario, la senadora Córdoba fue destituida por la Procuraduría. Según el procurador Ordóñez, la senadora se extralimitó en sus funciones para gestionar las liberaciónes de una docena de secuestrados "canjeables." "La senadora fue destituida por encontrarse demostrado que colaboró y promovió a grupos armados al margen de la Ley", afirmó Ordóñez en la Casa de Nariño. "Ella perderá la curul tan pronto la sanción quede ejecutoriada", agregó.


La investigación tuvo origen en los hallazgos de los medios electrónicos incautados en la Operación Fénix donde fue abatido alias 'Raúl Reyes'. Tras más de un año de investigación, la Procuraduría considera que Córdoba es la 'Teodora Bolívar' que aparece en decenas de los correos electrónicos hallados en el computador de 'Raúl Reyes', el abatido 'canciller de esa guerrilla'. Y señala que los contactos ilegales incluso habrían seguido hasta el año pasado, basada en interceptaciones a la guerrilla.

En los correos se logró establecer que el cruce de documentos entre el grupo guerrillero y la senadora en los que se identificó con los alias de Teodora, Teodora de Bolívar, la Negra y la Negrita, la parlamentaria se extralimitó en sus funciones así como en la autorización dada por el Gobierno para gestionar el intercambio humanitario", dijo el Ministerio Público. Los correos firmados por 'Teodora' fueron confrontados con los viajes de la senadora y sus pronunciamientos públicos. Así, se confirmó que los mensajes, que hablaban de citas con el gobierno de Venezuela en Caracas y de un viaje a Washington correspondieron con lo que hizo Córdoba en octubre del 2007.


La Procuraduría también agregó que la senadora Piedad Córdoba "instruyó y solicitó a las Farc que suministraran pruebas de vida de los secuestrados con el fin de favorecer a gobiernos de otros países. Así mismo, efectuó declaraciones en diferentes actos públicos en los que ejerció actos de promoción con el fin de favorecer los intereses del grupo subversivo."

Mi opinión:

Lamento muchísimo la decisión del Procurador y espero que la senadora Piedad Córdoba, a través de su apoderado, pueda hacer uso del debido proceso que le permita aclarar sus actuaciones dentro de esta investigación disciplinaria, pues las gestiones humanitarias de liberación de secuestrados contaban con la plena autorización del Gobierno de ese entonces y el respaldo del Partido Liberal. Comparto con Ernesto Samper mi preocupación de que quienes promueven las gestiones humanitarias sean vistos como gestores de actos criminales.

Su actuar ético en todo momento ha estado en consonancia con el artículo 22 de la Constitución Política, según el cual la paz es un deber y un derecho y de obligatorio cumplimiento. Es sumamente alarmante que a una congresista, cuya intermediación ha facilitado la puesta en libertad de una docena de rehenes de las FARC, le agradezcan así. Dicho sea de paso, el derecho de disentir y oponerse a lo que uno considera novico para el país sigue siendo algo atropellado y estigmatizado. ¿Cómo es posible que en Colombia se castiguen los desencuentros de pareceres con el escarnio público? Piedad Córdoba, a través de todos sus actos públicos, ha demostrado de la forma más inequívoca que lo único que le interesa es la pacificación de Colombia y, sobretodo, la pronta liberación de los que siguen siendo mantenidos en cautiverio por las Farc.


Si bien el Procurador Ordóñez le haya acusado a Piedad de extralimitarse en sus funciones mediáticas yo diría que él se extralimitó en las suyas por haber sobrevalorado estas "evidencias" demasiado temprano. Todavía falta ver si esas comunicaciones son para auxiliar a la guerrilla o son verdaderas gestiones humanitarias. Todavía el público no sabe de qué se trata en realidad y los que han urdido este contubernio para defenestrarla se han precipitado en ejecutar su funesta conspiración.

Igualmente nos toca averiguar si el gobierno anterior venía fabricando pruebas falsas para poder quitársela del camino, puesto que se ha caracterizado por su temperamiento contestatario e iconoclasta, lo cual la ha convertido en blanco de muchos infundios y calumnias sin "respaldo probatorio, mérito jurídico alguno y menos aún valor moral y ético." Cuando salgan a la luz las supuestas pruebas, se verá hasta dónde han llegado los largos brazos de pulpo del gobierno actual y del anterior o en caso contrario (lo cual destimo), hasta dónde habra llegado la destituida senadora Piedad Cordoba.

No es entendible para mí como un Procurador, que se supone debe el dechado de la imparcialidad y garante del respeto a los derechos de todos los ciudadanos, se ensañe contra esta congresista que ha convertido el acuerdo humanitario en estandarte de lucha y su razón de existir. Mejor investigue a Andrés Felipe Arias por su tenebrosa participación en el escándalo de Agro Ingreso Seguro, quien justo un día después de haber comparecido ante la Fiscalía para exponer su versión de los hechos, fue designado como el embajador de Italia por el gobierno de Juan Manuel Santos. ¿Cómo es posible que a un funcionario que había permitido la desviación del dinero destinado al fortalecimiento del ámbito agrario a la clase dirigente costeña le premien con un cargo de eminencia cuando aún está incurso en un proceso jurídico? ¿Cómo es posible que a una congresista que ha luchado incansablemente, a brazo partido, por la cesación del conflicto armado y la realización de los beneficios del canje humanitario sea ultrajada y vilipendiada de la forma más soez y chabacana?


Que el señor Procurador le investigue a Arias y a otros que ya están siendo encausados por haber conculcado su deber de representar honradamente al pueblo y deje tranquilos que los que propenden por la paz. Esto pone de manifiesto lo energético que es el Procurador Ordóñez en castigar a los opositores y ex amigos del ex presidente Uribe pero una mano blanda para no fallar contra todos sus compinches, así existan pruebas contundentes que los criminilicen.

¿Será que los políticos corruptos se han quitado una piedra del zapato para seguir distribuyéndose este país a su antojo? ¿Será que lo único en que metió la pata Piedad fue defender una causa indefendible, la de abogar por una salida negociada al conflicto, una causa cada vez más polarizante e impopular? El fallo de ayer deja ver un gran afán por desprestigiar y afianzar lo que tiempo atrás se había tejido, un gran amarre jurídico para acallar una de las voces críticas e impugnadoras de la oposición. Lo de Piedad Córdoba es una muestra del mucho cuidado que se debe tener para adelantar acciones de paz en un país donde muchos viven escépticos de que ésta se pueda lograr, cuando la paz tiene enemigos en todos los sectores y mucho más cuando ésta es tomada como protagonista para crear espectacularidad.

martes, 28 de septiembre de 2010

Los efectos largoplacistas del desmoronamiento de las Farc



Recientemente Colombia ha estado dando mucho de qué hablar. Cada vez más los principales noticieros de este país me convencen de que en el oficio periodístico priman el sensacionalismo y se preconizan lo amarillista. Ver los noticieros de Colombia a menudo me da la sensación de que estoy viendo una telenovela melodramática con todos los ribetes empalagosos y arandelas afectadas que eso conlleva.  
Antes que nada, quisiera encomiar a las Fuerzas Armadas por el contundente ataque contra el Bloque Oriental de las Farc, que acabó con la vida del comandante guerrillero Jorge Briceño Suárez, alias ‘el mono Jojoy’ y varios hombres de su anillo de seguridad. Tales acciones ponen a esa organización insurgente en un escenario de fragmentación y desbandada y es claro que, hoy por hoy, las Farc se encuentra cada vez más desvertebrada militar e ideológicamente. Es apenas la sombra de lo que fue durante los años 90 y 80.  

Poco a poco, y a través de una envolvente estrategia bélica aplicada en terreno, acompañada de una efectiva propaganda dirigida a los guerrilleros para que se desmovilicen y de la utilización de éstos como fuente de información, las fuerzas de seguridad del Estado han ido socavando la integridad organizacional de las Farc a través de certeras acciones asestadas a sus comandantes. La importancia del golpe contra alias ‘el mono Jojoy’ se centra justamente en esa estrategia: matar la culebra por la cabeza para que, poco a poco, su cuerpo se deje de mover.  


Eliminar a los mandos superiores tiene efectos significativos, tanto psicológicos como físicos, en sus subalternos. Podrían preverse varias reacciones: reyertas internas por el poder, deserciones masivas o la transformación de conductas insurgentes por acciones criminales despolitizadas ligadas a la codicia personal. Sin duda alguna, todas ellas conducen a una fragmentación de la unidad guerrillera, a una atomización de su centro de poder y a una pérdida de articulación y, por lo tanto, de movimiento.

Aunque felicito al gobierno de la forma más enfática por este triunfo, que seguramente será sólo uno de muchos triunfos obtenidos bajo la administración de Santos, quisiera arrojar luz sobre algo que tal vez no haya salido a la palestra mucho en los debates sobre los alcances que podría implicar el paulatino desmoronamiento de las Farc. Tal parece que no hemos aprendido del caso de la desmovilización de los paramilitares. Juan Diego Restrepo, columnista de Semana, plantea una pregunta bien juiciosa. ¿Está realmente el país preparado para una eventual fragmentación de las Farc que lleve a muchos de esos guerrilleros a reacomodarse en pequeñas células armadas regionales, desligadas del Secretariado, independientes y autónomas, que generen inseguridad en los campos y las ciudades a través de prácticas criminales ajenas a la confrontación armada contra el Estado?

La experiencia internacional ha demostrado que aquellos países que soportaron durante años guerras civiles y lograron superar esa etapa a través de acuerdos de paz no estaban preparados para absorber de manera eficaz esos ejércitos que salieron de las selvas sin más herramientas que un fusil y sin otros conocimientos que el de armar la guerra. Ejemplos como los de El Salvador y Guatemala, para citar los más cercanos, pueden ser referentes claros. Los acuerdos de paz alcanzados en estos países luego de varios años de confrontación bélica interna no alcanzaron a desactivar la cultura de la violencia que tenían los cientos de guerrilleros que dejaron las armas y hoy están inmersos en una crisis de seguridad ciudadana que está afectando perjudicialmente los logros democráticos de ambas naciones.


Ni los gobiernos centroamericanos, ni la dirigencia guerrillera ni la sociedad previeron la peligrosa combinación de la disponibilidad de armas que quedaban después de la guerra y el incumplimiento de las expectativas generadas en los acuerdos. Una vez evidenciado el fracaso de los procesos surgió una delincuencia mucho más agresiva, ligada a fenómenos criminales subregionales, que se ha convertido, incluso, en un factor de inestabilidad para la región.

En Colombia, la experiencia que dejó el proceso de desarme, desmovilización y reinserción con las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) es también un ejemplo concreto de falta de perspectiva sobre el futuro de esos acuerdos y del desconocimiento que tenía el Gobierno Nacional de la capacidad de esas estructuras para reorganizarse y mutar sus comportamientos criminales. Hoy esa una hidra de mil cabezas que recorre el país.
Para que esto no vuelva a suceder aquí en Colombia se requerirán el fortalecimiento del aparato judicial, la reducción de los altos niveles de impunidad, la profesionalización de las Fuerzas Armadas en operaciones urbanas y la depuración de las instituciones para reducir al máximo los niveles de corrupción y afectación de fondo del tráfico de estupefacientes.

También se requieren acciones de fondo en temas vitales para el futuro del país como lograr mayor estabilidad económica, alcanzar una efectiva y equitativa redistribución de la riqueza, disminuir drásticamente el desempleo, ofrecer alternativas de formación profesional y expandir los espacios de participación política.

De lo contario, puede que se fragmente la unidad de las Farc y hasta se le derrote finalmente en el terreno militar y político, pero si se mantienen los actuales problemas sociales y económicos, el país deberá tener claro que ello no significará el fin de la violencia, ni en áreas rurales ni urbanas, por el contrario, derivará en un mayor recrudecimiento de la criminalidad. Si nos ponemos a analizar los orígenes de la Farc, es claro que lo que los radicalizó y llevó a armarse fueron factores sociales que no fueron resueltos en su debido momento como una reforma agraria y el acceso igualitario a las oportunidades.


Otra pregunta que me ha estado asediando mucho estos días es qué pasará con las Fuerzas Armadas cuando cesen por fin los encuentros bélicos entre el Estado y los grupos insurgentes. A los estadounidenses se nos ha acusado precisamente de fomentar la guerra para sustentar a nuestras Fuerzas Armadas, pues el Ejército es uno de los poquísimos ámbitos profesionales que rara vez sufren recortes de empleados. Se argumenta que una de las razones que llevaron a perpetuar la guerra en el Medio Oeste fue para no tener que despedir a miles de soldados, lo cual sería un acto inverecundo y casi impensable en una cultura donde se les venera a los uniformados.

Si los dirigentes políticos no se dejan obnubilar por las luces del triunfalismo bélico, tendrán la lucidez suficiente para pensar bien las cosas y planificar de forma sensata la desintegración de los grupos armados acompañada de la eficaz integración y capacitación vocacional de sus desmovilizados.

domingo, 26 de septiembre de 2010

¿Es hora de viajar a Cuba?


Los grupos que piden el fin del embargo de Estados Unidos a Cuba mostraron su satisfacción esta semana por un pequeño avance legislativo que podría suponer un gran cambio en las relaciones entre los dos países. El Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes informó que someterá a votación el miércoles una ley que permitiría a los estadounidenses viajar libremente a la isla por primera vez desde 1962 y que acabaría con las restricciones a las exportaciones agrícolas.

Muchos han visto en este anuncio la última posibilidad de suavizar las sanciones a Cuba antes de que los republicanos, más partidarios del embargo que los demócratas, se hagan con la mayoría parlamentaria en noviembre, como indican las encuestas. Se produce además en un momento en que crecen las voces que piden a Washington un gesto de acercamiento a La Habana como respuesta a las recientes liberaciones de disidentes presos y a la apertura a la iniciativa privada. Estados Unidos ha mantenido un embargo unilateral sobre Cuba desde 1962 en rechazo a su gobierno comunista y como medida de presión para el paso a un "sistema democrático."

Mi opinión:

El octubre de este año se cumplirán 50 años de bloqueo norteamericano sin que haya conseguido su propósito de tumbar a Fidel Castro. Eso es prueba de que el aislamiento, en vez de desmotar el régimen castrista, lo ha ido radicalizando, pues al bloqueo se le atribuyen todos los males que enfrentan los cubanos que son como el pan de cada día. ¿Cómo es posible que en La Habana, una ciudad de más de dos millones de habitantes, circulan menos de 700 buses? Los 600.000 pasajeros diarios tienen que hacer fila y esperar horas para llegar a sus hogares. Muchos, desesperados por la larga espera, se paran en los semáforos para pedir a los conductores particulares que los acerquen a su destino, lo que en la jerga local llaman "hacer botella."


Pero no hay reclamo que valga, ni queja que surta efecto. El gobierno, como ocurre con tantos temas, culpa al bloqueo que impide que se le vendan a Cuba repuestos de origen estadounidense o que contengan algún componente de ese país. El argumento, discutible pero válido, existe desde cuando Washington, hace ya casi 50 años, decretó un bloqueo económico a Cuba para asfixiar a la población cubana y ocasionar la caída del gobierno comunista de Fidel Castro. Funcionarios cubanos califican este asedio extraterritorial como 'acto de guerra' o 'genocidio' y, según el informe de Cuba al secretario general de la ONU, ha costado más de 82.000 millones de dólares. Y lo cierto es que lo único que ha logrado es hacer sufrir innecesariamente a la población. Asimismo, el objetivo principal del embargo, el de derrocar a Fidel Castro, un hombre que desde el poder ha visto 11 gobiernos estadounidenses que han sostendido las mismas sanciones con mayor o menos énfasis, sigue elusivo.

Lo único que hemos hecho en ya casi 50 años es darle a Castro los argumentos para que pueda acusarnos de ser los malos en esta compleja ecuación. Durante 14 años consecutivos, La Habana ha presentado ante la Asamblea General de la ONU un proyecto que aboga por la abolición del bloqueo que siempre ha sido votada a favor casi por unanimidad, pero Estados Unidos la ha ignorado sistemáticamente. Washington se defiende argumentando que quien hace sufrir a los cubanos es su propio gobierno y que se trata de una política exclusivamente bilateral, aunque es evidente que perjudica a empresas y ciudadanos de terceros países que comercian con la isla. Sólo en 2004 fueron multadas 77 compañías, instituciones bancarias y ONG de diversas partes del mundo, por un total de más de 1.200.000 dólares, por acciones que Estados Unidos consideró violatorias del bloqueo.

Al año siguiente de su entrada en La Habana en 1959, Fidel Castro nacionalizó los negocios norteamericanos sin compensación. Washington rompió relaciones y el 19 de octubre de 1960 nació el bloqueo. Durante años, Castro supo explotar la Guerra Fría para apoyarse en la Unión Soviética. Pero ni siquiera con el colapso de los soviéticos en 1989, Washington logró derrocar al régimen a punta de hambre. Aunque muchos pronosticaban el desplome de Castro en cuestión de semanas, el líder revolucionario se las ingenió para soportar el chaparrón.

 


El bloqueo prohíbe a las compañías radicadas en otros países hacer cualquier transacción con empresas cubanas. También impide a empresas de terceros países exportar hacia suelo norteamericano productos que contengan materia prima cubana, así como vender a La Habana bienes o servicios que utilicen tecnología norteamericana. Los estadounidenses, por ejemplo, no pueden entrar por los aeropuertos con cigarros cubanos, así los hayan comprado en Colombia, con penas de hasta 10 años de cárcel. Además, impide la entrada a puertos norteamericanos de los buques que transporten mercancías desde o hacia Cuba.

Cabe señalar que la política estadounidense hacia Cuba nunca ha sido una política exterior, sino doméstica: fue implementada para atraer los votos electorales y amplias donaciones de parte de miembros acaudalados de la comunidad exiliada de Florida. Como resultado, la política hacia Cuba está menos destinada a producir resultados que a servir a la autoengañosa propaganda de la Casa Blanca. Lo que me extraña es la hipocresía de mi país, pues Cuba es una nación mucho menos represiva y sanguinaria como lo eran Alemania del Este o Bulgaria, con las que Washington estaba más que dispuesto a comerciar.

¿Qué significaría la relajación de restricciones de viaje a estadounidenses a Cuba? ¿Cuáles serían resultados depararía a largo plazo? A mí me gustaría pensar que este tipo de turismo puede ayudar a lograr cambios políticos en Cuba, cosa que no ha logrado el embargo. Una vez que los cubanos saboreen lo que es una economía "liberalizada," serán más clamorosos en exigir sus derechos. Me parece que muchos cubanos está políticamente aletargados por el hecho de que están velando por sus necesidades más básicas.

Cuba, a tan sólo 144 kilómetros de nuestro país, es el único país del mundo donde a nosotros se nos prohíbe el ingreso. Los republicanos nos están quitando un derecho con la excusa de que en Cuba se les quitan derechos a los cubanos y entonces a nosotros también nos van a poner en penitencia. Me parece ilógico que comerciemos con Vietnam, donde perdieron sus vidas acribillados miles y miles de soldados norteamericanos, y no podamos hacer lo mismo con Cuba, país al que nunca le hemos perdonado el descaro de haberse convertido comunista en nuestro propio "patio trasero."



Del otro lado de los argumentos se asegura que europeos y latinoamericanos viajan permanentemente a Cuba, sin que esto haya redundado en mayores libertades para la población cubana. "Si están buscando clima tropical, vayan a Miami o Cayo Hueso (…), o a cualquiera de las playas de Florida. Vayan a la costa de Nueva Jersey. Visiten California o Arizona en sus vacaciones", exhortó Ileana Ros-Lehtinen, republicana por Florida y miembro de mayor jerarquía en el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes. Esa exhortación me resulta descabellada, pues los lugares que menciona, aunque agradables y de clima ecuatorial, no son Cuba y ella carece de la fuerza moral para dictarnos dónde ir o no.

Por mi parte, me encuentro satisfecho con el proceder del Presidente Obama por las medidas que ha ido adelantando en la suavización de dichas restricciones. Pese a que hay "ciertas hierbas" que están inequivocamente reacios a estas medidas porque consideran que el turismo estadounidense representaría unos ingresos que darían un respiro al gobierno cubano, dificultando su transición democrática, yo apelo a la razón. Lo que no sirve, se bota. Si el bloqueo económico en 50 años de vigencia no ha cosechado los frutos que hemos estado deseando, nos toca legislar otra medida que tenga más rentabilidad en términos de resultados tangibles.

A mi juicio, el presidente Barack Obama se ha redimido de haber renovado las sanciones "en el interés nacional de los Estados Unidos." Obama ya tomó algunas medidas para flexibilizar el embargo. Levantó las restricciones de viajar a Cuba de los ciudadanos estadounidenses de origen cubano y con familiares en la isla, y eliminó el límite en el envío de remesas al país caribeño. Obama sí está en sintonía con el sentir colectivo del pueblo, pues las encuestas indican que el repudio al embargo entre los estadounidenses asciende a más del 70%, mayor que en ningún otro momento, y por primera vez no son mayoría los cubanos del sur de Florida que lo apoyan. Entretanto que los congresistas de los EEUU lleguen a un consenso sobre la viabilidad de este proyecto, yo me voy haciendo mis valijas con destino a Cuba.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Guerra de las Regiones (Bogotá, Medellín y Cali)


Al llegar a Cali te das cuenta de que valió la pena estar importunado tantas veces aquí en Colombia. Sencillamente inolvidable. Si pudiera regresar todos los años, sin pensarlo dos veces lo haría. Fue una ciudad que me hechizó por la amabilidad de su gente, la hermosura de sus mujeres trigueñas y el calor tórrido de su clima ecuatorial. Junto con mis compinches, Sol, Jeannie y Stephanie, conocimos muchos lugares y nos faltó más de la mitad, pues el motivo de nuestra visita fue asistir el 5to Festival Mundial de la Salsa.

Verdaderos momentos de emoción vivimos los que asistimos a la Plaza de Toros Cañaveralejo de Santiago de Cali con acrobacias y sincronía de los bailarines que encendieron la tarima en las categorías de parejas de cabaret, grupos de cabaret y ensamble. Concursantes de Colombia y del mundo entero (Tolima, Antioquia, Bogotá, Popayán, Santander de Quilichao, Cartagena, Nariño, Ecuador, Holanda, Japón y los Estados Unidos), hicieron acto de presencia y dieron lo mejor de sí durante la reñida competencia organizada por la Secretaría de Cultura de Cali. El público nos deleitamos con los coloridos trajes y el enajenante talento de las coreografías, a cargo de los grupos participantes al certamen. Después de haber presenciado tanta destreza y gracia al "tirar paso," me sigo preguntando como no quedarme en una ciudad donde los pies de la gente no caminan, sino bailan. A Cali siempre le guardaré afecto, pues paragonándola con Bogotá y Medellín, Cali me resulta mucho más latina mientras que Bogotá y Medellín son ciudades más europeas, aunque inequívocamente latinoamericanas.

En mi recorrido por estas tres urbes colombianas el regionalismo que caracteriza a las zonas en que se sitúan siempre salió al paso y escuché las más acrimoniosas críticas sobre los rolos, paisas y caleños. Al encaminarme al aeropuerto de Olaya Herrera para regresar a Bogotá después de haber pasado un fin de semana inolvidable en Medellín, el taxista que me llevaba me dijo de forma sardónica que "las rolas no se bañan, pues se untan con cualquier crema." En Cali, una amiga a quien estimo entrañable, despotricando contra la "avaricia" que caracteriza a los antioqueños me contó que "los paisas nunca te van a dar nada gratis." Aquí en Bogotá, los rolos me informaron que la hospitalidad de los paisas es "interesada" y que no debería confiarme demasiado de ellos, pues el recibimiento afectuosos que me dieron "se sustenta en la expectativa de que van a conseguir algo a cambio de su gentileza y urbanidad en su trato." Tradicionalmente, los regionalismos han generado estos recelos, sentimientos antagónicos y agrios debates, los cuales se ponen de manifiesto en los atributos que recíprocamente se endilgan al hacerse blancos de sus invectivas y libelos verbales.




Históricamente, los colombianos han sido gentes regionalistas a morir y todavía hoy, en diversos aspectos e instancias de la vida nacional, muchos sienten y actúan de este modo. En algunas partes del país, el regionalismo ha sido y es un sentimiento colectivo muy fuerte, al punto que hasta la misma noción de la patria, para muchos, llegar a tener más bien una primaria connotación de pueblo natal, de región o de departamento, fenómeno destacado por investigadores foráneos que lo señalan como un factor influyente que mucho ha contribuido a hacer elusivo y difuso el sentido de pertencia a la nación colombiana.

Este último punto yo lo constaté en carne propia cuando presencié que los caleños entonaban con más ahínco y entusiasmo el himno de Santiago de Cali que el himno nacional, el cual parecía que a muchos no les interesaba o lo tenían en poco. Intentando por todos los medios ocultar mi molestia, no pude más que quedarme cruzado de brazos mientras atestiguaba cómo los vendedores ambulantes seguían pregonando los descuentos que ofrecían por sus productos y los circunstantes continuaban embebidos en sus diálogos, cuando se suponía que debían revestirse de solemnidad y recato protocolario ante la interpretación del himno nacional.

Desde los albores mismos de la historia republicana, los regionalismos en Colombia han sido estimulados por una serie de factores como las determinantes geográficas, los complejos culturales y los intereses locales que, como poderosas fuerzas centrífugas, amenazaron con desintegrar la unidad del país y de hecho así lo consiguieron cuando lograron imponer el sistema federalista que tan nefastos resultados les deparó a los colombianos. El federalismo fue una corriente de opinión y una forma de organización geopolítica alimentadas precisamente de sentimientos regionalistas que, en determinadas coyunturas, llevaron a algunas provincias a declararse supremas y a erigirse como Estados Soberanos, como que en la Constitución de Rionegro del año 1863 se consagraron varios de ellos, los cuales podían tener moneda y ejército propios y proclamaban entre sus derechos fundamentales el muy extravagante por cierto de poder declararle la guerra a otros, lo cual coadyuvó virtualmente al desangramiento de Colombia durante la segunda mitad del siglo XIX, culminado en la Guerra de los Mil Días en las postrimerías de dicha centuria.

El regionalismo ha aflorado mucho en la investigación que estoy adelantando. Parece que me estoy topando con él en cada página que hojeo, pues hoy me tocó releer un libro escrito por James Parsons, titulado La colonización antioqueña en el occidente de Colombia. Al explayarse con lujo de detalles sobre la caracterización de los antioqueños, afirma que "son sagaces, de un individualismo enérgico, y su genio colonizador y vigor han hecho de ellos el elemento dominador y más claramente definido de la república. Su aislamiento geográfico, largo y efectivo, en las montañas del interior de Colombia, se refleja en un definido tradicionalismo y en rasgos culturales peculiarísimos. Ser antioqueños significa para ellos más que ser colombianos."




El caso de los antioqueños es interesantísmos, pues ellos mismo se han atribuido el título de los "yanquis de Suramérica" y pensadores decimonónimos como José María Samper los había descrito como pobladoes "blancos, montañeros, conservadores, patriarcales, laboriosos, disciplinados y católicos." Este proceso de elaboración de representaciones parece haber sido muy eficaz pues estas son las ideas sobre una región y sus habitantes que quizás más durabilidad y arraigo han ostentado en el imaginario nacional; ello los ha controvertido en referentes de "progreso" e incluso en algunos casos, en modelo del "deber ser" para otras regiones del país.

En mi investigación, sostengo que el mito de la laboriosidad antioqueña motivó a muchos empresarios y políticos caucanos a estimular la inmigración de antioqueños, pues el Cauca no tenía población suficiente para ocupar los inmensos baldíos que lo conformaban. Según Alonso Valencia Llano, historiador de la Universidad del Valle, Sede Buenaventura, "esto obligó a desarrollar políticas tendientes a llevar población que explotara las riquezas de las selvas, lo que se dio en dos estrategias: la primera consistía en poblar las zonas de frontera con delincuentes originando la colonia penal e Boquía en la Municipalidad del Quindío y, la segunda, en la atracción de población de otros Estados como en el caso de los colonizadores antioqueños a quienes se les daba la ciudadanía caucana por una vecindad mayor a seis meses y la propiedad de los lotes que beneficiaran." Muchos se equivocan al aseverar que los antioqueños civilizaron estos terrenos baldíos por "su propia cuenta" y sin el respaldo del Estado, cuando los estudios de Valencia Llano y Nancy Appelbaum contradicen tales posturas. Diez minutos con un taxista bastaron para convencerme de que todos los que habitan el eje cafetero, considerado territorio culturalmente paisa, no son paisas. Pese a lo que creía antes, estos territorios no estaban completamente deshabitados como lo pinta la leyenda rosa. Como me comunicó el taxista, "uno puede ser quindiano o risaraldense sin ser paisa." A los antioqueños él los tildó de "avasalladores."

No quisiera extenderme demasiado en este tema que es sin lugar a dudas interesantísimo, no obstante más allá de sus diferencias de forma, liberales y conservadores soñaban con una nación de pobladores lo más blancos posibles y que, pese a que actualizaron muchas de las ideas derivadas del añejo pensamiento colonial europeo sobre la inferioridad de ciertas razas y territorios, no lograron apartarse por completo de ellas, ni de la organización socio-racial que se derivó de éstas ni del sistema de castas mediante el cual se clasificó y ordenó el mundo. Dilucidaré esto de manera más pormenorizada en futuras entradas, pero les quise dejar con este anticipo de lo que está por venir.

viernes, 17 de septiembre de 2010

De Guatemala a Guatepeor: comicios del medio plazo en EE.UU.


El sondeo realizado por 'The 'Washington Post' me ha dejado consternado. De acuerdo al sondeo, la falta de progreso económico y un electorado que parece estar tornando su espalda al presidente Barack Obama se están conjugando para lo que parece será un repunte republicano en las elecciones legislativas de noviembre. El 47 por ciento de los encuestados dice que respaldará a un republicano en los comicios frente a un 45 por ciento que se inclinaría por demócratas. Aunque la cifra es estrecha, tiene relevancia, pues hace 10 meses los demócratas superaban a sus rivales por casi 10 puntos en esta misma categoría.
 
A eso se suma que entre los republicanos un 53 por ciento sostiene que acudirá a las urnas en dos meses, mientras entre demócratas solo un 40 por ciento lo haría. El partido de oposición también está a la cabeza en los temas más importantes. Un 43 por ciento de los estadounidenses piensa que los republicanos están mejor capacitados para manejar la economía contra un 39 por ciento que cree que son los demócratas.
 
Y si bien este número tampoco es muy amplio, es importante, pues se trata de la primera vez en 8 años que los republicanos aventajan a los demócratas en este tema. Actualmente, el partido oficialista controla ambas Cámaras del Congreso. Pero se estima, si la tendencia se mantiene, que podrían recuperar al menos uno de los órganos del legislativo, posiblemente la Cámara de Representantes.
 
 
 
Lo cual, sin duda, podrían ser malas noticias para el presidente, pues tendrá que hacer avanzar su agenda en un Congreso polarizado. En gran parte, el bajonazo demócrata corresponde a la percepción que se han hecho los estadounidenses del presidente en estos 18 meses que lleva en la Casa Blanca. De entrada, solo un 46 por ciento aprueba su desempeño, el número más bajo que ha registrado desde su llegada al poder. Por primera vez, además, una mayoría del país -el 53 por ciento-, cree que Obama no cumplió con los cambios que tanto prometió en campaña.
 
Mi opinión:

Pese a las críticas incisivas que se le han lanzado a Obama, encomio su proceder político y el temple impertérrito con el que ha tratado de resolver los problemas que aquejan a la economía. Cabe señalar que el paquete de estímulo logró revertir la caída de la economía, pero no incidió en la recuperación del empleo de la manera como se esperaba y, además, provocó un aumento del déficit fiscal. Obama ya casi cumple dos años en la Casa Blanca, y me parece inapropiado aunque tentador afirmar que él sí heredó todos estos problemas de su antecesor, George W. Bush. Aunque la gran mayoría de los males ecónomicos por los que estamos atravesando sí se remontan a la anterior administración, endilgar la culpa a G.W.B, por más veraz que sea, no va a ayudarnos a ponerle fin a la debacle financiera en la que nos encontramos. 

Más allá de la economía, otros factores de índole socio-cultural pueden ser decisivos en las elecciones de noviembre. Una ola de ultranacionalismo conservador y religioso va creciendo a pasos agigantados en Estados Unidos y puede convertirse en la fuerza decisoria de las elecciones legislativas que tendrán lugar en dos meses. Hace algunos días, este fenómeno, auspiciado por el periodista radial Glenn Beck, convocó en Washington a una asombrosa multitud de 200.000 personas que gritó consignas extremistas y que ve al presidente Barack Obama como a uno de sus principales enemigos. El convocante principal era Glenn Beck, quien tomó el micrófono en las escaleras del monumento a Lincoln e invitó como oradora a la ex candidata republicana a la Vicepresidencia Sarah Palin. Justo 47 años antes, en ese mismo lugar, el líder negro Martin Luther King había pronunciado su histórico discurso 'I Have a Dream' (Tengo un sueño), en el que manifestó su anhelo de que algún día los afroamericanos fueran juzgados por su forma de pensar y no por el color de su piel.

El acto fue un claro desafío al recuerdo de ese prócer de los derechos civiles. Los convocantes lo presentaron como una protesta contra las políticas de Obama, a quien consideran un conspirador islámico contra Estados Unidos. Se quejaban de todo: de la reforma a la seguridad social, de la retirada de Irak, del acercamiento al mundo musulmán, de la idea de mejorar la situación de los inmigrantes ilegales, del proyecto de edificar una mezquita cerca de la Zona Cero en Manhattan, y acusaban a Obama de racista con los blancos.

Si compulsamos la hoja de vida de Barack Obama, egresado con honores de Columbia y Harvard, con la de Glenn Beck, un borracho empedernido supuestamente rehabilitado tras vincularse a Alcohólicos Anónimos, los contrastes son bruscos. Mientras Obama ostenta el honor de haber sido el editor de la Harvard Law Review y ejerció la docencia en la Universidad de Chicago en Leyes Constitucionales, Beck sólo ha tomado "una" clase universitaria cuando tenía 32 primaveras. Partidario del porte de armas, casado dos veces, nació católico y se convirtió en mormón. Pese a su mediocre desempeño académico, Beck sí ha sabido ganarse la "papa" ventilando por los cuatro vientos sus sandeces y despotricando contra Obama, contra los inmigrantes y contra a los musulmanes, adjudicándose un salario de 33 millones de dólares al año. Glenn Beck es, a todas luces, la apoteosis del "triunfo de la ignorancia."

El que este atarván haya logrado convocar a tanta gente no sólo se explica en términos políticos, pues yo sostengo que se debe a que muchos estadounidenses sienten miedo. Miedo a lo externo, a lo que viene de fuera, a lo foráneo. Miedo de los blancos, de los Wasp (White Anglo-Saxon Protestants, es decir, Blancos Anglosajones Protestantes), a ser minoría. Miedo a la construcción de una mezquita a dos cuadras de la Zona Cero en Nueva York. Ese mismo miedo hizo que algunos apoyaran la iniciativa del pastor protestante Terry Jones, quien pensaba quemar ejemplares del Corán en Gainesville (Florida), en el noveno aniversario del 11 de septiembre.

Aunque me encuentro incapaz de realizar proyecciones sobre la forma en que el ultranacionalismo conservador repercutirá en los comicios de noviembre, creo que es indispensable que nos acordemos de quiénes somos y de dónde salimos. Por lo visto, somos una nación altamente desmemoriada y me contrista que nos estemos dejando llevar por el temor y la insensatez.

martes, 14 de septiembre de 2010

Hacia un pleonasmo feminista e innecesario



Ayer tuve la oportunidad inenarrable de asistir a un evento de bienvenida a la legendaria Ángela Davis, quien considerada como uno de los íconos más emblemáticos de la lucha por los derechos civiles de la población afroamericana, del antirracismo y del antisexismo. Ella no ha rehuído su bien ganada fama de radical, y al respecto, sus posiciones sobre Barack Obama han sido elocuentes, pero a la vez críticas. Al evento concurrieron muchos afrodescendientes, quienes han visto en ella una lucha que ellos libran a brazo partido contra el racismo que experimentan a diario aquí en Colombia. La función fue amenizada por varios grupos musicales que le agasajaron a Ángela Davis, manifestando su más sentido agradecimiento por haber liderado tales causas como la reforma al sistema carcelario, la lucha contra la pena de muerte y el respeto a las diferencias genéricas y raciales.


Sin embargo, el gozo que me embargaba por estar compartiendo el mismo espacio con un palandín de los derechos afroamericanos se vio por momentos empañado por una peculiaridad lingüística de los feministas: el total desconocimiento de la economía verbal. A cada rato escuchaba hasta el cansancio "nosotras y nosotros" o "negras y negros," lo cual, a mi juicio, me resulta redundante y idiómaticamente extremista. Entiendo a cabalidad que el hacernos conscientes de la influencia del lenguaje en nuestras percepciones puede llevarnos a alterar sus usos. El lenguaje es el modo de comunicación a través del cual exteriorizamos lo que pensamos, sentimos y creemos, siendo uno de los moldeadores de nuestra conciencia. De igual forma comprendo y me solidarizo con las luchas feministas que han propendido por darle al género feminino el mismo pie de igualdad y proporcionarles con las mismas libertades y regalías de las que disfrutamos los hombres.

Aunque no me reconozca feminista, quiero de todos modos honrar ese legado, y porque pienso que este movimiento todavía puede aportar muchísimo a realizar el ideal de una sociedad diversa, igualitaria e incluyente –un oximoron (como libertad y orden), que no por utópico es un despropósito. Creo que feministas o no, todos debemos reconocer a nuestras antecesoras valientes que pusieron el pecho y los pechos a un mundo que no las incluía. Tal vez necesitemos del feminismo porque falta mucho terreno por recorrer en términos igualitarios, pues aún a muchas mujeres se les paga menos, las subestiman y son violentadas, en virtud de su sexo.

Si bien se me estruja el alma al enterarme de tales desgracias, muchos feministas se han pasado de la raya en su admirable intento por nivelar las oportunidades y hacerlas más asequibles para todos, sin distingos de género, cuando adulteran el idioma mediante el pleonasmo descomedido. Por razones de economía lingüística el español considera el masculino como género no marcado, es decir, sirve para abarcar ambos sexos, por lo tanto cuando decimos "todos los hombres son mortales" o "los derechos del niño deben ser protegidos" no estamos presuponiendo la inmortalidad de la mujer, ni se excluye a las niñas de dicha protección, sino haciendo un uso no restrictivo de hombres y niño que integra al común de los mortales. Según los feministas, esta tendencia plantea algunos dilemas. Por un lado, invisibiliza a las mujeres y genera ambigüedad en algunos enunciados, que debe ser aclarada por el contexto.

Se diga lo que se diga, el idioma castellano propiamente tal no es sexista. Se incurre en lenguaje sexista cuando el comunicante emite mensajes que, por su forma, es decir, las palabras escogidas o el modo de estructurarlas, resultan discriminatorios por razón de sexo. Reitero que la lengua española no es sexista, aunque sí lo es el uso que de ella se hace.

El género es una categoría gramatical que no tiene nada que ver con el sexo. Cuando yo digo, por ejemplo, que "las personas tienen cerebro", aunque "personas" tenga género femenino no estoy excluyendo a los hombres. Y aunque "cerebro" sea masculino de género, lo llevan por dentro los dos sexos por igual. Estoy en total alineamiento con las posturas de Héctor Abad Faciolince consignadas en artículo que "¿Colombianos y colombianas, ridículos y ridículas?" Afirma éste que "el órgano viril por excelencia, suele tener en castellano género femenino y (excúsenme los oídos castos) puedo citar los casos de la verga, la polla, la picha y la mondá, cuatro instrumentos idénticos de género femenino, aunque evidentemente de sexo masculino. Y en España, al menos, pasa lo inverso con la parte correspondiente de la mujer y, por típicamente femenino que sea (en cuanto al sexo) el coño, el género de esta palabra es masculino."

Como el género, insisto, es un asunto gramatical y no sexual, hay una convención en varias lenguas occidentales (español, francés…) según la cual ante un número plural de personas, se usará, por economía lingüística, el género masculino, lo cual no excluye a las integrantes de ese grupo específico que tengan sexo femenino. Es completamente arbitrario el género gramatical y para constatar su arbitrariedad sólo basta analizar someramente otros idiomas occidentales como el italiano y el alemán. La palabra mano, en italiano, es femenina como en español, pero su plural (mani) usa la i, que es una típica terminación de género masculino. Se sabe que 'sol' es femenino en alemán (die Sonne, la sol), y luna se dice der Mond (es decir, el luna), y para mayor enredo, ni siquiera la palabra 'muchacha' es femenina, sino neutra: das Mädchen. Con esto el debate sobre el lenguaje incluyente queda categóricamente zanjado.

Mejor no nos enzarcemos en debates nimios e infructuosos sobre un lenguaje más incluyente, cuando lo que realmente nos debería alarmar es la inseguridad cívica que aqueja a los habitantes de las comunas en Medellín o el abuso sexual de niños (y de esto las niñas no se excluyen) tan rampante aquí en Colombia. Más nos vale que nos enfoquemos en asuntos más provechosos y menos triviales, cuyos resultados serán sin duda más trascendentales porque si usásemos de verdad un lenguaje incluyente, tendríamos que decir no sólo colombianos y colombianas, sino también asesinos y asesinas, borrachos y borrachas, secuestradores y secuestradoras, violadores y violadoras, feos y feas, brutos y brutas, estúpidos y estúpidas. ¿De verdad les parecería bueno usar el lenguaje así?

Creo que en este debate subyace un exceso de susceptibilidad de parte de algunas mujeres. Sé que no todas ellas se sienten excluidas cuando se usa el género masculino para el plural, por simple economía de lenguaje, y no para discriminar. Los argumentos de los feministas no me han persuadido; el pleonasmo feminista me parece redundante, feo e inútil y me lo seguirá pareciendo incluso si algún día (cuando las ranas críen pelo) logran ganar este debate, cosa que dudo.

domingo, 12 de septiembre de 2010

EE.UU.: Conmemoración del 11-S


Estados Unidos conmemoró el noveno aniversario de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York y Washington D.C. en medio de dos encendidas polémicas. La primera tiene que ver con un pastor que amenazó con quemar ejemplares del Corán y la segunda se trata de una pelea por la ubicación de un centro islámico a pocas cuadras de la Zona Cero. El presidente Barack Obama hizo un llamado a la cordura mientras se ultimaban los preparativos de esta reciente conmemoración. Exhortó a sus compatriotas a que se mantuvieran unidos y puntualizó que la idea de incinerar textos religiosos era contraria a los valores estadounidenses.

El mensaje viene al final de una semana marcada por los planes para quemar ejemplares del Corán, anunciados por el pastor de una pequeña iglesia de Gainesville, Florida, y por la continuidad de la polémica en torno a la planeada construcción de un Centro Islámico en Manhattan, cerca de la Zona Cero. "Creo que es absolutamente importante que la gran mayoría de los estadounidenses se aferre a lo mejor de nosotros mismos: nuestra creencia en la tolerancia religiosa y claridad acerca de quiénes son nuestros enemigos", dijo el mandatario durante una conferencia de prensa celebrada en la Casa Blanca. "Nuestros enemigos son al-Qaeda y sus aliados, quienes están tratando de matarnos pero también han matado a más musulmanes que cualquiera", aseguró.

Más temprano, el pastor Terry Jones anunció que, por el momento, renunciaba a la idea de hacer una hoguera con ejemplares del Corán el sábado, pues ese día tenía previsto reunirse en Nueva York con los responsables del plan para construir el Centro Islámico. Jones ha supeditado la cancelación definitiva de sus polémicos planes -que generaron protestas en varias partes del mundo musulmán- a la suspensión del proyecto en Manhattan, pero los responsables del mismo dijeron que la construcción seguirá según lo planeado. Para muchos, la construcción del Centro Islámico tan cerca de donde miles de personas encontraron la muerte a manos de extremistas pertenecientes a al-Qaeda hace nueve años es una falta de respeto. A mediados del mes pasado, el presidente Obama ya había defendido el derecho de los musulmanes de Nueva York a seguir adelante con el proyecto, también en nombre del principio de tolerancia religiosa al que volvió a hacer referencia en esta ocasión.

"No nos volvamos los unos contra otros. Somos una nación indivisible ante Dios. Podemos llamarle por diferentes nombres pero seguimos siendo una nación", dijo el mandatario. Obama también insistió en que la quema de ejemplares del Corán podía poner en mayor peligro a las tropas estadounidenses en Afganistán y facilitar los esfuerzos de reclutamiento de al-Qaeda.

Mi opinión:

Es lamentable y descorazonador como se desvía el uso de los valores y creencias religiosas, por el afán de conseguir notoriedad pública y lograr quién sabe que otros objetivos. Yo soy católico, crecí en un hogar y en una parroquia donde se me inculcó profundo respeto por las ideas y creencias de mis semejantes, basados precisamente en las enseñanzas de tolerancia y de amor hacia el prójimo consignadas en la Biblia. No entiendo como un clérigo que dice predicar el Evangelio promueve acciones de odio e intransigencia cultural como éste lo hace. Pareciera que no es consciente del peligro al que está exponiendo nuestras tropas que están arriesgando sus vidas para salvaguardar los derechos y las libertades que disfrutamos en la actualidad.

Sin embargo, hay que ver este asunto desde su justa perspectiva. Por un lado, el pastor Terry Jones quiere quemar los textos del Corán para conmemorar los atentados del 11-S. Por otra parte, en los EE.UU se está debatiendo sobre el controvertible construcción de un centro islámico a 2 cuadras de la Zona Cero, donde transcurrieron los ataques terroristas. A mí me parece que lo más conveniente para todos es que el pastor Jones desistiera de esa execrable idea y que el Presidente Obama anulara este polémico proyecto y lo pusiera en marcha en otro sitio para así no lastimar sensibilidades y revivir los dolores de los afectados, cuyas heridas apenas se han restañado. Aunque reconozco los derechos de los gestores de esta iniciativa controvertida por construir el centro donde prefieran, cabe señalar que muy pocos norteamericanos son capaces de discernir los musulmanes honrados e íntegros de aquellos "fundamentalistas" y alzados en armas que representan una minoría en el mundo islámico, quienes perpetraron los actos terroristas del 11-S. La Biblia dice en 1 Corintios 10:23 que "todo me es lícito, pero no todo es de provecho." Si bien están a total libertad para construir el centro donde deseen, más les vale que tengan presente la reacción que tal acto generaría, especialmente si tomamos en cuenta lo recientes que son esos atentados y las encontradas emociones que se afloran al abordar el tema. A mi juicio, se debe llegar a una resolución que satisfaga a los dos bandos en disputa.

Si el pastor Jones desiste en la hoguera de Coranes, los arquitectos del controvertido plan deben ir buscando sitios alternativos para emplazar el centro islámico. Perdónenme si lo que acabo de afirmar peque de intolerante, pero que convengamos, pues. Es bien sabido de todos que la construcción de templos cristianos y la repartición de Biblias en muchos países islámicos se prohíben de forma tajante y categórica, y en extremos casos so pena de muerte. Pedirles a ellos que consideren otros lugares para edificar el centro me parece justo no sólo en aras de la reciprocidad y el mutuo entendimiento sino también en beneficio de los individuos afectados por los atentados.

No obstante, me quedan dos preguntas en el tapete y espero que no sean ofensivas.¿Por qué la comunidad islamica o musulmana que vive y se desarrolla en los EE.UU y otros países occidentales permite que se profanen los simbolos patrios de esos paises sin protestar siquiera? ¿Acaso no hay otro lugar más adecuado para hacerlo que polarice menos, o la idea es exactamente provocar y dar a entender a todo el mundo que pueden hacer lo que les venga en gana sin reparar en la angustia que tal decisión reviviría en los familiares y seres queridos de las víctimas del 11-S?

martes, 7 de septiembre de 2010

COLOMBIA - REINO DE LA IMPUNTUALIDAD



No hay sensación más placentera para los seres humanos que levantarnos en la mañana sin tener que preocuparnos por el reloj. Pero este breve placer ocurre a lo sumo uno o máximo tres días a la semana. De resto, nuestro tiempo está repartido en agendas, horarios e itinerarios. Y como muchas veces las distancias que tenemos que recorrer parecen ser interminables, sobre todo en ciudades caóticas como Bogotá, donde vivimos de afán y en trajines y ajetreos inacabables.

No obstante, en el manejo del tiempo los colombianos no aparecen como los más expertos. Un profesor que tengo en la Universidad Nacional de Colombia, estricto como el que más, cuando llegan impuntuales a clase los "tarderos" les increpa con la siguiente frase: “cuando Dios repartió la puntualidad, los colombianos llegamos tarde.” Ser impuntuales es otra de las costumbres de las que adolecen los colombianos que es la madre de otro hábito, el de inventar excusas para justificarlo: llegan tarde al trabajo, a clase, a la reunión, entregan tarde el informe, la tarea, pierden el avión. ¿Pero qué son cinco minutos? He llegado a pensar que ser impuntuales es una forma cultural que tienen los colombianos para rebelarse contra el tiempo, como otra de las imposiciones de la modernidad junto con la vida civilizada, la paz y el progreso.

Según la Real Academia Española de la Lengua, la palabra puntualidad denota el cuidado y diligencia en hacer las cosas a su debido tiempo. Es, pues, la característica de lo que se produce en el momento adecuado o acordado. Basándome en esta definición del vocablo, me atrevería a decir que la puntualidad no sólo no forma parte del léxico de la gran mayoría de los colombianos, sino que el concepto de llegar a la hora señalada se desconoce por completo. A diferencia de otros países donde los compromisos se respetan y no se admiten disculpas para incumplirlos o postergarlos, los colombianos en cambio practican una laxa tolerancia con quienes fallan en lo pactado, pero "se mueren de la pena" cuando su imprevisión empedernida los lleva a faltar a sus compromisos. Esta "sublevación a la hora" hace que se pierda la productividad, se desperdicien garrafales cantidades de dinero, descienda el rendimiento y se retrasen los servicios públicos. Cabe señalar igualmente que la tardanza en llegar a la hora pactada aumenta los riesgos laborales puesto que los empleados presentes se ven obligados a cargar injustamente con el peso de los que incurren en la impuntualidad.

Cuando de faltar a lo convenido se trata, los colombianos pueden ser informales hasta lo inverosímil. A mi juicio, los colombianos acusan una informalidad acendrada para ceñirse a lo pactado, pues por razones de índole cultural los colombianos tienden a ser individuos de palabra: para charlar y discursear pero, mucho menos, para cumplir estrictamente lo que han prometido y a la hora que han dicho que ello ha de ejecutarse. He llegado al extremo de pensar que quizás se trate de una competencia subrepticia para ver quien es el/la más impuntual; "el último en llegar se lleva el trofeo del Rey de la Impuntualidad."

Si todos nacemos con una reserva de tiempo limitada ¿por qué algunas culturas defienden el tiempo y otras lo desobedecen? En Europa, por ejemplo, las costumbres sobre el uso del tiempo son distintas que en América Latina. Es un lugar común hablar de la puntualidad de los ingleses. Sin incurrir en generalizaciones, los anglosajones, calvinistas, odian perder el tiempo. Ellos son celosos de la exactitud, la precisión, el segundo y la puntualidad. Según Miguel Ángel Manrique, "los latinos, más entregados al ocio y la pereza, y en particular los colombianos, manejan el tiempo a su antojo, son más flexibles, desordenados, extendidos e impuntuales." Discrepo con él de manera categórica en que los latinos sean flojos, pues huelgan los ejemplos de latinos emprendedores e industriosos, quienes han conseguido lo que se habían propuesto gracias a su ética de trabajo y sentido de urgencia. Sin embargo, percibo un problema de proporciones monstruosas cuando muchos latinos internalizan la impuntualidad y tratan de justificarla diciendo "es que soy latino/a" o "el reloj latino anda diferente," algo que resulta chocante a los que sí son puntuales y cumplen con los horarios.

¿Nacen los latinos con un gen especial que los inclina a la impuntualidad? Yo considero que es una mala y tonta manera de justificar la impuntualidad de aquellos que parecen encontrar normal quedar mal con todos. He sufrido el aguijón de la impuntualidad de muchos durante el poco tiempo que llevo en Colombia, me exaspera tener que aguardar la gente y tengo como consigna llegar a tiempo, hacer el trabajo que se me asigna a tiempo, cumplir con mis fechas que me son estipuladas a la hora acordada. Y si alguna vez no lo logro es porque algo surgió un imprevisto fuera de mi control. No es que me esté halagando (¡modestia, apartate!) pero luego de cumplir, siempre cuando emerge una contingencia insisto por factores que no puedo controlar, he encontrado comprensión al respecto, lo que sin duda no encontraría si lo mío fuera, como lo de miles ¡ser impuntual!

Mi abuela me decía que, en el campo, ella se despertaba con el canto del gallo y se acostaba con el canto de los grillos. Mi madre, en cambio, educada en la ciudad, tenía un horrible despertador de cuerda que sonaba a las cinco de la mañana y que aterrorizaba a todo el barrio. Mi mellizo tiene un radio reloj que lo levantaba con música, pero ha aprendido a no usarlo y a despertarse de forma natural, siempre a la misma hora, algo que le envidio. En cambio, yo necesito, por lo menos, tres despertadores para levantarme. Todo con el fin de salir a aprovechar el tiempo.


¿Es un inútil aquel que pierde el tiempo, aquel que no respeta las reglas del reloj? ¿Es un vago quien no hace a cada segundo lo que le corresponde hacer? ¿Qué significa esa lógica? Es la lógica de la modernidad, lineal y cortante. Todo lo que se sale de ella está condenado al atraso. Esa es la ley de la modernidad: el acoso del tiempo. Si no se acata, los economistas afirman a rajatablas que se pierde productividad. "El acoso del tiempo," concepto acuñado de Miguel Ángel Manrique me recuerda a un cuento escrito por el ínclito novelista argentino, Julio Cortázar, "Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj." Según él, cuando alguien te obsequia un reloj, "te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj." De acuerdo con esas elucubraciones, nosotros hemos terminado siendo esclavizados por el tiempo y condenados a acatar sus decretos restrictivos.

La puntualidad está del lado de la disciplina, del rigor y del orden. En cambio, la impuntualidad se ve como un defecto. Sin embargo, esta aparente imperfección nos ha evitado morir en accidentes aéreos y permitido tanto el encuentro casual con los amigos, como el disfrute de los placeres de última hora. En ese sentido, no nos ha importando postergar los supuestos beneficios de la modernidad. Desde el punto de vista cristiano, la impuntualidad constituye un deliz moral ya que le faltamos el respeto al tiempo de los demás, pero cuando transcurre de forma intencional puede ser la mano resguardándonos de calamidades peligrosas.

Hace tres años que en Lima, Perú, grupos de la sociedad civil en alianza con el gobierno peruano lanzaron una campaña llamada La Hora sin Demora, con la cual desean implementar una política a favor de la puntualidad. Los campanarios del centro histórico de Lima sonaron al unísono junto con sirenas y una lluvia de confeti. A esa misma hora todos los ciudadanos sincronizaron su reloj y emprendieron un compromiso, más que todo personal con la puntualidad y el respeto al tiempo de los demás. El presidente Alán García se presentó media hora tarde a la conferencia de prensa en la que se dio conocer la nueva iniciativa.

Hecho irónico que no deja de dar risa no sólo porque García fue quien le recriminó a Ollanta Humala, el ex candidato a la presidencia peruana, por haber llegado tarde al primer debate presidencial (su demora se debió a que estaba comiendo un emparedado en un sandwichería) sino también porque demuestra que pareciera que muchos latinoamericanos viven en el realismo mágico de García Márquez, tal vez el más famoso colombiano.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece



Me detengo un ratico para hacer hincapié en un pasaje de las Sagradas Escrituras que me ha servido de respaldo en los momentos más álgidos y desesperantes de mi vida. Se encuentra en Filipenses 4:11-13 y reza de la siguiente manera: "No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre; así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece." En medio de las contrariedades que he sufrido, sólo una cosa me queda clara; Colombia sí me está enseñando lo que significa la palabra "paciencia." Según la Real Academia de la Lengua Española, la paciencia es la capacidad para soportar con resignación desgracias, fastidios y ultrajes sin alterarse.

Del latín patientĭa, la palabra paciencia hace referencia a la habilidad que tiene uno para tolerar algo sin que ello le pertubre su estado de ánimo o lo desamoralice. De esta forma, un sujeto en el que la paciencia ha tomado albergue es aquel que no suele inquietarse ante los contratiempos y percances que le van saliendo al paso. La paciencia, en definitiva, se asocia con la calma o la paz. Una persona paciente es aquella que sabe esperar y logra tomarse las cosas sin desespero ni ansiedad.

Ayer mientras leía la Biblia, un versículo me captó la atención y me hizo arrepentirme de haber dudado de la capacidad del Señor para proveer y sustentarme cuando a mí me faltan las fuerzas para creer más allá de mis actuales circunstancias. "Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar." Me quedé pensando en este versículo durante todo el día y me di cuenta de lo seguros que podemos llegarnos a sentir en una situación cuando hay de por medio una buena cantidad de dinero que nos sirva de amortiguador.

La preeminencia que le damos a nuestro dinero y a nuestras posesiones es un claro reflejo de nuestro compromiso con el Señor. Dios no se fija tanto en qué es lo que tenemos sino más en nuestra actitud frente a lo que poseemos. Es, igualmente, interesante que una parte significativa de nuestro valor personal e intrínseco se derive de nuestros bienes materiales. Es decir, nos valoramos en base a nuestros efectos personales y cómo ellos se miden en compulsación con las pertenencias de otros individuos. Es lamentable que le hayamos asignado tanta importancia al dinero que ello ha llegado a formar la base de nuestra autoestima y sentido de próposito.