por Jaime González
BBC Mundo
Reverenciado por el ala más conservadora de los republicanos y denostado por los sectores demócratas más liberales, la figura del expresidentes Ronald Reagan (1911-2004) ha alcanzado en los últimos años el estatus de ícono en el imaginario del pueblo estadounidense.
Por todo el país, centenares de edificios públicos llevan su nombre. La fundación creada por su viuda, Nancy Reagan, dedicada a honrar la figura del exmandatario, se ha convertido en una de las instituciones privadas más influyentes del país.
Se han escrito decenas de biografías en las que Reagan es presentado como el responsable del renacimiento de EE.UU. tras los convulsos años '60 y '70, como la fuerza detrás de la caída de la antigua Unión Soviética y el padre de las políticas neoliberales que imperan en muchas economías desarrolladas.
Pero quizás lo más relevante es que el expresidente estadounidense se ha convertido en el referente principal del nuevo conservadurismo de derechas que actualmente domina el Partido Republicano.
Y es que el paso del tiempo parece haber contribuido a idealizar la figura de un líder que cuando ocupó la presidencia de EE.UU. fue una figura divisiva, que gozaba de unos índices de popularidad moderados -incluso dentro de su propio partido- y que acabó su segundo y último mandato con la nota amarga del escándalo del tráfico de armas Irán-Contra.
Romanticismo
Para darse cuenta de la ascendencia que Reagan tiene en la actualidad en el Partido Republicano tan solo hace falta seguir los debates en los que participan los candidatos que aspiran a hacerse con la nominación republicana de cara a las presidenciales de 2012 y en los que el nombre del expresidente ha sido citado en incontables ocasiones.
Poco importan las críticas que contra Reagan pudieron haber vertido en el pasado.
Postulantes como Newt Gingrich y Mitt Roomney han citado sin cesar las credenciales que les certifican como "Reaganistas" de primer orden.
El resto de candidatos -especialmente Michele Bachmann y Rick Perry- no han perdido la ocasión de señalar al expresidente como uno de los referentes a seguir en caso de llegar a la Casa Blanca.
"Los demócratas, tras la muerte de Franklin Delano Roosevelt en 1945, estuvieron 25 años refiriéndose a sus presidencias de manera heroica. A los republicanos les pasa lo mismo con Reagan", asegura Michael Schaller, profesor de historia de la Universidad de Arizona.
Según Schaller, Reagan fue el último presidente republicano al que se considera exitoso.
"George W. Bush fue muy impopular y su padre no consiguió la reelección. Es por eso que los republicanos ven a Reagan como un referente", aseguró el historiador en conversación con BBC Mundo.
Jackson Katz, columnista del diario Huffington Post, coincide en que el recuerdo de sus presidencias es fundamental en la imagen que se ha construido de Reagan con el paso de los años.
Una imagen en la que, según Katz, hay una buena dosis de romanticismo.
"Una de sus facetas más atrayentes era su optimismo y su atractivo físico. Además, Reagan evocaba un tiempo en la historia estadounidense en el que la gente trabajaba duro, se respetaba la autoridad, las mujeres estaban subordinadas, los blancos dominaban… Una imagen que todavía atrae a mucha gente", le dijo Katz a BBC Mundo.
Camino a la Casa Blanca
Lo cierto es que Ronald Reagan llegó a la Casa Blanca en un momento convulso de la historia de EE.UU.
En el exterior, la Guerra Fría se había intensificado con la invasión soviética de Afganistán y los islamistas iraníes habían humillado a EE.UU. con la toma de su embajada en Teherán, manteniendo como rehenes durante 444 días a un grupo de ciudadanos estadounidenses.
En el plano doméstico, la economía atravesaba una profunda crisis, con un débil crecimiento, elevadas cifras de desempleo y una inflación desbocada.
En ese contexto, Reagan se presentó como una figura unificadora y su promesa de un nuevo renacer estadounidense logró cautivar a los votantes.
Apoyado por la entonces resurgente derecha cristiana, Reagan se comprometió a poner freno a las políticas liberales que, según los conservadores, estaban transformando EE.UU. Además, abogó por reducir el tamaño e intervencionismo del gobierno federal y se comprometió a reducir los impuestos.
Mientras, su retórica belicista caló hondo entre aquellos republicanos partidarios de una política exterior más agresiva.
La estrategia funcionó y Reagan consiguió en noviembre 1980 una contundente victoria sobre el demócrata Jimmy Carter.
¿Mito o realidad?
Más de tres décadas después, los candidatos republicanos que aspiran a derrotar a Barack Obama en las presidenciales de noviembre, se han apropiado de la retórica y el ideario que catapultaron a Reagan a la Casa Blanca.
"Los republicanos -sin importar si son jóvenes o viejos; vivan en el este, oeste, norte o sur del país- reverencian a Ronald Reagan. A menudo se trata de una reverencia que no está basada en la historia. No encaja necesariamente con la realidad, pero se trata sin duda de un principio dominante en el partido", asegura John Nichols, analista político de la revista The Nation.
"Con el tiempo Reagan ha sido promocionado como una figura casi perfecta, con el objetivo de hacer avanzar la agenda conservadora, ya que en la política moderna estadounidense no hay otra figura que esté más asociada con esa agenda", dijo Nichols en conversación con BBC Mundo.
Jackson Katz coincide en que esa buena imagen que se tiene de Reagan, que muchos asocian a la labor realizada por medios de tendencia conservadora y por la fundación que lleva su nombre, no está del todo basada en la realidad.
"La gente no tiene una idea muy sofisticada de las políticas de la era Reagan. No entienden sus políticas económicas o su política exterior. Se trata más de su imagen física, de su resonancia en la cultura popular, su imagen simbólica de líder fuerte. Lo ven como un mito", señala Katz.
Y es que muchos creen que la agenda conservadora con la que se asocia actualmente a Reagan no concuerda exactamente con lo que fueron sus presidencias.
"Reagan hablaba de los valores tradicionales de la familia, pero como gobernador de California impulsó políticas de aborto más flexibles. Hablaba de la importancia de la religión, pero casi nunca iba a la iglesia. Hablaba de bajar los impuestos, pero los subió más que cualquier otro presidente", señala Michael Schaller.
"El Reagan que se recuerda era un ideólogo puro y él nunca lo fue. A menudo decía que, para asegurarse de que una legislación era aprobada, prefería conformarse con el 60% o 70% de lo que quería. No era un purista o absolutista como se lo presenta en la actualidad", asegura el historiador.
Según Schaller, mucho de lo que se dice sobre la política económica del expresidente está basado en un mito.
¿Olvidado?
Sea como fuere, la influencia que ejerce la figura de Reagan en la vida política estadounidense no parece que vaya a desvanecerse pronto y seguro que en los próximos meses su nombre seguirá siendo invocado con regularidad por los aspirantes republicanos a la Casa Blanca.
"Es una buena idea para los candidatos asociarse con Reagan, especialmente en las primarias, ya que en ellas votan los republicanos más conservadores, que son los que mejor recuerdo guardan del expresidente", asegura Jackson Katz.
"Probablemente en las elecciones generales, el candidato que resulte elegido hablará menos Reagan porque tendrá que dirigirse a un electorado más amplio. Y si bien Reagan mantiene una buena imagen entre muchos votantes no republicanos, son los republicanos los que mejor recuerdo guardan", concluye el analista.
Por su parte, John Nichols cree que los candidatos republicanos tienen la obligación de asociarse con la figura del exmandatario, aunque considera que están exagerando, sobretodo teniendo en cuenta que hace casi 30 años Reagan no está una papeleta de votación".
"Para los votantes jóvenes Reagan no era ni bueno ni malo, sino que no saben nada de él. Es por eso que hablar constantemente del expresidente no da necesariamente ninguna ventaja política con una porción de la sociedad que es la fuerza política emergente en este país", concluye Nichols.
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