RENUNCIA DE RESPONSABILIDAD : Las opiniones aquí expresadas pertenecen al autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista del Departamento del Estado de los EEUU, el Programa Fulbright, la Comisión Fulbright de Colombia, el Instituto de Estudios Internacionales (IIE) o la Universidad de los Andes. Léase todo con comprensión. Atentamente, Gabriel-Josué Hurst

martes, 23 de noviembre de 2010

¿El castigo a Obama? (pt. 2)

  
El presidente de EE.UU., Barack Obama, consideró este miércoles que los alcances de la derrota demócrata en las elecciones intermedias, que le costará a su partido el control de la Cámara de Representantes, constituyeron "una paliza." Las primeras proyecciones de la jornada electoral del martes de la semana pasada constataron lo que predecían los sondeos desde hacía semanas: una apabullante derrota a los demócratas de Obama, catapultada por una lenta recuperación económica y por una tasa de desempleo obstinadamente elevada. En medio de especulaciones sobre la supuesta inviabilidad de gobierno, Obama desestimó que la pérdida de más de 60 escaños en la Cámara Baja y el recorte de su mayoría en el Senado, represente un referéndum sobre las políticas que adelantó y que, insistió, hicieron una diferencia en la economía, así lo pretendan negar sus detractores.

Si bien la derrota que sufrimos en las dos Cámaras del Senado se podría prestar para vaticinar la peor de las coyunturas en los dos años que le quedan al Presidente Obama, a la larga, podría ser la mejor cosa que le pudiera haber pasado si sueña con ser reelegido. Así lo informó un artículo publicado por SEMANA, titulado "La paradoja de Obama." Es de todos sabido que la tasa de desempleo ronda el 10 por ciento y con una economía virtualmente enquistada, la inmensa mayoría de mis compatriotas culpan solamente a Obama de la debacle y creen que ha sido incapaz de tomar las riendas del país y generar resultados. Sin embargo, el eje temático alrededor del cual giraba su tesis se basaba en el argumento de que si la oposición republicana recobrara la batuta en ambas Cámaras, y si las cosas se empecinaran en no cambiar, el Presidente sí tendrá entonces a quién echarle la culpa. Argumentará que es el Congreso el que se empeña en no aprobar los proyectos de ley encaminados a sacar al país del atolladero. De acuerdo a las afirmaciones hechas por el antiguo encuestador de las campañas de Bill Clinton, Douglas Schonen "el mejor resultado para Obama es que los republicanos recuperen las dos cámaras."


Por más descabellada que suene semejante tesis, hay antecedentes muy sólidos que la respaldan. El más reciente fue hace tan solo 16 años. En aquel entonces gobernaba el también demócrata Clinton y su imagen, según los sondeos, estaba por los suelos. El enorme respaldo que había recibido en 1992 al derrotar a George H.W. Bush era cosa del pasado. Fue en ese momento cuando los republicanos, encabezados por Newt Gingrich, firmaron un pacto simbólico con el pueblo estadounidense denominado el "Contrato con América," y se hicieron con las mayorías en las dos cámaras del Senado. Como John Boehner, Gingrich se posicionó  en el partidor para las elecciones presidenciales y se convirtió en una figura de moda. Pero el gran beneficiado fue Clinton. Según SEMANA, "pudo deshacerse del ala más liberal de los demócratas, responsabilizó a los republicanos de no querer reducir el déficit y fue reelegido en 1996 al doblegar fácilmente a Bob Dole por un margen de ocho millones de votos."


Algo similar sucedió medio siglo antes con otro dirigente demócrata, Harry S. Truman. El arquitecto intelectual del Plan Marshall, que estuvo encaminado a reconstruir a Europa después de la Segunda Guerra Mundial, se vio en apuros para ganar las elecciones para así frustrar las esperanzas de Thomas Dewey, el candidato republicano de aquel entonces que ostentaba una gran popularidad en los EEUU. Truman logró vencerlo por cuatro puntos porcentuales gracias, en parte, a que poco antes le había atribuido al Congreso republicano una inactividad incorregible, bautizándolo el "Congreso que no hace nada" y, una vez conquistada la presidencia, lo convocó a manera de escarmiento a unas sesiones extras en el verano. 


No me sorprendería si Obama estuviera soñando con repetir la historia. Convengamos en que ha hecho muchas cosas en el sentido correcto. Prometió un cambio, pero no de la noche a la mañana y, a decir verdad, la impacienca que en estos momentos nos está caracterizando dice mucho sobre la cultura de consumo y de gratificación instantánea en la que vivimos inmersos. Si me permiten una breve disgresión, hasta yo estoy aprendiendo mucho aquí en Colombia sobre condicionamiento hedonista que recibimos desde niños en los EEUU, pues pierdo los estribos si me hacen esperar más de 5 minutos en un restaurante de comida rápida. Todo lo queremos ya. 




Retomando el hilo, Obama logró que el Legislativo le aprobara una hasta entonces inconcebible reforma a la salud pública, por la cual 30 millones de norteamericanos tendrán acceso a los servicios de salud, haciendo eco de lo que una vez prometió que "la salud debe ser un derecho, no un privilegio." También cumplió su promesa de hacerle más responsable Wall Street, y logró que le aprobara la reforma financiera más grande de la historia del país en aras de salvaguardar la integridad económica de los EEUU y, por consiguiente, la del mundo entero. Ni que decir tiene que consiguió darle vuelta a la imagen de los EEUU en el exterior, tan desprestigiada y satanizada bajo el gobierno de George W. Bush.


Para rematar, a Obama se la tienen montada muchos integrantes de la oposición ultraderechista Tea Party, entre ellos Sarah Palin y Glenn Beck, que consideran sin pelos en la lengua que Obama es un musulmán encubierto que conspira contra de los EEUU y que buscar socavar los intereses de los trabajadores blancos, protestantes y anglosajones. Tal vez por eso, y con la esperanza de que las aguas vuelvan a su cauce, lo más conveniente para Obama sería que la derecha se uniera en torno a Sarah Palin en unas eventuales elecciones presidenciales, pues hablando en plata blanca, sería impensable que ella venciera a Obama. Seamos honestos, pues.



En síntesis, si Bill Clinton perdió las mayorías a mitad de su primer mandato, pero después logró su reelección, ¿qué se puede esperar de Obama? Me atrevería a decir que a los republicanos la bala se les salió por la culata y los ganacias que reportaron en las elecciones pueden a la larga servirle de mucha utilidad a su adversario más acérrimo: Barack Obama. Sólo el tiempo dictará el veredicto.

1 comentario:

  1. Gabo,

    Me encantaron sus críticas y comentarios. Debes saber que una buena noticia anunciada hoy es que la cantidad de aquellos registrándose como desempleados por su primera vez ha bajado de 441.000 la semana pasada hasta 407.000 esta semana. Esta es una novedad inesperada y también muy positiva, precisamente porque los "expertos economistas" de los EE.UU. habían esperado una tasa bien peor.

    Vamos a quedarnos atentos para ver los resultados de las cifras del desempleo en siguientes semanas. Por lo menos, sabemos ahorita que estas tendencias pueden indicar pasos positivos con respeto a la imagen pública de la administración de Obama.

    S

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