Como director de la revista SoHo, y en aras del equilibrio informativo, agradezco el presente espacio para discrepar amablemente de los profesores de la Universidad Autónoma de Occidente que criticaron la publicación que dirijo por la forma en que respondió a la ya famosa fotografía de la revista ¡Hola!
La intención que tuvo SoHo fue clara: elevar, a través de una parodia fotográfica, una queja contra el componente racista de la foto de ¡Hola! Para dicha nuestra, la mayoría de lectores entendieron de esa manera el mensaje y celebraron la ingeniosa manera en que reaccionamos.
No obstante, un pequeño sector de la opinión, que bien puede ser representado por los profesores vallunos, recogió el esfuerzo de SoHo como un mensaje fallido que, en lugar de enaltecer a las mujeres de raza negra, las utiliza como objetos sexuales y promueve el racismo.
No obstante, un pequeño sector de la opinión, que bien puede ser representado por los profesores vallunos, recogió el esfuerzo de SoHo como un mensaje fallido que, en lugar de enaltecer a las mujeres de raza negra, las utiliza como objetos sexuales y promueve el racismo.
Con esa misma vehemencia los profesores denuncian que SoHo "cosifica" a las modelos. Y también me permito discrepar: esa sola afirmación parte de un lamentable prejuicio. Decir que SoHo "cosifica" a las modelos es partir de la base de que las modelos son "cosificables": ¿no puede suceder, simplemente, que quisieron salir porque les dio la gana, o porque lo encuentran útil para su carrera? ¿Por qué suponen los profesores que las modelos son, ahí sí, objetos manipulables? Dado que cierta soberbia intelectual tiende a irrespetar el oficio del modelaje, me permito informar, para tranquilidad de los profesores, que SoHo no desnuda a las modelos: las modelos hacen desnudos en SoHo, que no es lo mismo. Y los hacen porque quieren. No porque estén sentadas en su casa a la espera de que alguien –algún editor, por ejemplo- las cosifique. (Al respecto me asaltan unas dudas: SoHo ha hecho varias ediciones con la misma receta editorial de mezclar textos de grandes firmas con fotografías eróticas de celebridades, pero dirigidas al público femenino. ¿Dónde estaban los amables profesores para protestar por la "cosificación" a que SoHo sometió al Tino Asprilla, a Juan del Mar, a Juan Pablo Raba, entre tantos otros? ¿Por qué no los defendieron? ¿Piensan, acaso, que los hombres se desnudan de manera consciente y las mujeres lo hacen contra sí mismas y sin darse cuenta, y por eso deben defenderlas a ellas pero no a ellos? ¿No tendrán sus juicios un involuntario reflejo machista? Y algo más: ¿de cuándo a acá desnudarse equivale a ser cosificado?)
Siempre me ha llamado la atención la forma en que, por culpa de la temática del desnudo, el discurso de ciertos sectores que se llaman a sí mismos progresistas termina empatando con las posturas más retrógradas y anquilosadas de la derecha católica. Por girar con tanto exceso hacia lados opuestos, ambos discursos acaban encontrándose por debajo, como las manecillas de un reloj. Tanto el Procurador Ordóñez como algunas feministas de avanzadas, atacan, aunque por motivos diferentes, a las mujeres que se desnudan. La carta de los profesores puede ser un ejemplo de ello. Por momentos parecen estar ejerciendo cierto tipo de feminismo solemne, engreído y mesiánico que se otorgó a sí mismo el derecho, incluso el deber, de defender a las mujeres de las mujeres mismas. Y ese tipo de defensas terminan siendo tan discriminatorias como el machismo que pretenden combatir. Acá, estimados profesores, las modelos hicieron esas fotografías porque quisieron. Belky Arizala, modelo y fundadora de "El alma no tiene color", una fundación que desde hace años combate el racismo, quiso hacer estas fotografías para protestar, efectivamente. "¿Frente a qué estás protestando, querida Belky?" preguntan ustedes, con algunos gramos de desdén. Muy fácil: frente al mensaje racista de la fotografía de !Hola! ¿Cómo? Quizás no a través de un discurso académico, adornado con citas y encriptado en sí mismo, sino en el mismo nivel en que apareció la foto ofensiva: a través del símbolo y de la imagen, y en un medio masivo y comercial. ¿Y por qué desnuda? También muy fácil: porque la desnudez es para SoHo lo que el volumen para Fernando Botero: un rasgo del estilo. Si creen que es racismo que en Soho aparezcan unas modelos negras desnuden, protesten también el día en que vean un cuadro de Fernando Botero con una afrodescendiente voluminosa, por haberla pintado gorda. No es ésta la primera vez que SoHo hace parodias, ni la primera en que aparecen modelos desnudas. Ya Amparo Grisales interpretó alguna vez a la Monalisa y Alejandra Azcárate el cuadro de la Última Cena: y en ambas ocasiones la revista acudió al desnudo, claro que sí, porque es uno de los elementos que le otorgan su identidad editorial.
En su extenso artículo, los profesores emiten alegremente múltiples juicios de valor que gradúan como verdades absolutas: dicen que las modelos no parecen de alta sociedad ("no aparecen las mujeres negras como señoras de alta sociedad"); dicen que la revista banaliza a la mujer negra porque, aparte del desnudo, no existe un "discurso que dimensione el rol político y social de la comunidad afrodescendiente"; y dicen que la principal motivación de la revista fue "la venganza y la retaliación".
Vayamos por partes: primero, que parezcan o no mujeres de a alta sociedad es una opinión meramente de ellos, a mi juicio algo peyorativa. No veo en las fotos elementos para llegar a esa conclusión. Segundo: cada quien observa en SoHo lo que quiera observar. Si, por andar concentrados en las fotografías, los profesores omitieron el maravilloso artículo del poeta Jaime Jaramillo Escobar que le daba marco y sentido a todo el especial, es un asunto que lamento: se perdieron de un texto magnífico que no sólo "dimensiona el rol político y social de la comunidad afrodescendiente", sino que además ofrece un rotundo contexto histórico y un impecable tono poético. Tercero: lo que nos motivó para estas fotos no fue, como lo afirman, un deseo de venganza o retaliación: no era para tanto, nada es para tanto. Nos motivó, sí, la necesidad de tomarle de pelo a una foto equivocada, y lo hicimos a través de una parodia que de todas maneras fija una posición: la de que cuando una foto contenga mensajes racistas, existe una reacción, al menos una parodia que los señala.
No es para tanto, nada es para tanto, queridos profesores. El único lenguaje para rechazar el racismo no es el de ustedes. Hacerlo en el nivel masivo y de fácil explicación con que SoHo lo logró debería alegrarlos; al menos aflojarles por un rato el ceño fruncido con que asumen sus funciones académicas. Finalmente, los dos perseguimos el mismo objetivo. Y sin las fotos de ¡Hola!, y la reacción de SoHo, no se habría desatado un debate sobre el racismo que hará que quien quiera lanzar de nuevo mensajes ofensivos se lo piense dos veces.
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"La respuesta desatinada de SoHo a Hola"
En diciembre de 2011 la revista española Hola publicó una polémica fotografía ilustrando el artículo titulado “Las mujeres más poderosas del Valle del Cauca en Colombia”. Tal imagen presentaba, en primer plano, a cuatro mujeres blancas sentadas sobre sus muebles blancos, luciendo sus finas, aunque informales, ropas blancas con delicado decorado; y al fondo, en un segundo plano, aparecían dos mujeres negras evocando la servidumbre con sus pulcros uniformes blancos, llevando en sus manos bandejas con vajilla de cristal que se incluyen como parte del cuadro del lugar. Para completar la escena, concebida editorialmente y aceptada por las señoras blancas, aparece, al fondo, una piscina y la vista panorámica de la ciudad de Cali. Una imagen que, sin duda, oculta mostrando. Al respecto, planteamos que este era un claro ejemplo de violencia simbólica reproducida por los medios masivos de comunicación.
En palabras de Pierre Bourdieu, genera representaciones diferenciadas de clase social, de género y de raza para quienes las observan; reproduciendo discursos de los roles y estatus que la sociedad ha trasmitido y que ciertos grupos sociales simbolizan dentro de la estructura de la sociedad, que para nuestro caso evocaría el papel de las mujeres “afrodescendientes”. Mujeres que, por lo general, cumplen roles de servidumbre en casas y haciendas de mujeres poderosas (ricas, afamadas, influyentes y con reconocimiento social) que los medios de comunicación intentan imponernos como un patrón a seguir, sin detenerse a pensar lo que implica alcanzar dicho estatus, en materia de derechos, dominación y violencia cultural.
Tres meses después, en marzo de 2012, la Revista colombiana SoHo, bajo la dirección de Daniel Samper Ospina, con el aparentemente ánimo de reivindicar a la mujer negra y darle un lugar protagónico y en clara respuesta a la imagen registrada en la Revista Hola, hace un estudio fotográfico con cuatro despampanantes mujeres negras y publica una fotografía de tales beldades desnudas. La fotografía muestra a cuatro mujeres negras sentadas en poses sensuales, con un bronceado perfecto destacando sus curvas y pieles ébanos brillantes y seductoras, en un contexto tropical, con una piscina al fondo y de nuevo, como en Hola, incluyendo la servidumbre, pero ahora, con mujeres supuestamente blancas, pero que realmente son mestizas y humildes, como parte del decorado general.
Una de las modelos que posó encantada para la fotografía, Belky Arizala, directora de la fundación “El alma no tiene color”, argumenta que aceptó posar desnuda para sentar su voz de protesta frente a la discriminación y, por su parte, el director de la revista, Daniel Samper Ospina señaló que es una reivindicación de la mujer negra. ¿Reivindicación de qué? Nos preguntamos nosotros. ¿Frente a qué estás protestando, estimada Belky?
Esta nueva imagen evidencia una situación igual y tal vez, mucho peor que la foto publicada en Hola. El trasfondo de discriminación racial se mantiene, pues no sólo usa el mismo tipo de estrategia, sino que de fondo existe una intencionalidad de dar respuesta, bastante desatinada, que realmente sólo obedece a lógicas del mercado y de la sociedad de consumo, a un hecho que socialmente generó el rechazo e indignación por parte de diversos sectores de la sociedad, entre ellos el académico.
Cuestionamos esta respuesta de la Revista SoHo porque hace uso del mismo tipo de estrategia de violencia simbólica doblemente intencionada y manipulada, que confunde la ciudadanía y manipula la opinión pública. Usar un grupo de mujeres afrodescendientes imitando la escena de la fotografía de la revista Hola, reivindica la mujer negra como un objeto sexual, cosificado, que privilegia la superficialidad de la imagen del cuerpo, con el agravante, además, que en este caso, no aparece un discurso, una razón o motivo distinto a sentimientos de venganza y retaliación.
No aparecen las mujeres negras como señoras de la alta sociedad, tal como sí son mostradas las blancas en la imagen anterior y que originó esta desacertada respuesta de parte de SoHo, sino que su valor en tanto mujeres negras se minimiza a la estética sensual y al discurso sexual impuesto por la cultura machista y por esa ideología del gran macho que reproduce SoHo, elevando al estatus de mercancía el cuerpo femenino; es esa apuesta editorial, periodística e ideológica de la revista SoHo la que alimenta ese apetito masculino, de allí que sea una revista para Hombres. No se destacan las mujeres negras por sus cualidades intelectuales, artísticas, culturales, sociales o por sus habilidades como empresarias, no. Se destacan como símbolo sexual, como simples objetos sexuales.
Para los medios de comunicación y, de manera particular, para SoHo, la imagen desnuda de la mujer es un instrumento de las fuerzas del mercado que le posibilita ganar adeptos- y adictos a los desnudos- en la sociedad de consumo, más allá de ser un canal de formación ciudadana. Este medio es un actor más que, con sus propios intereses, dista mucho de cumplir con una función social de formación democrática fundada en un periodismo cívico y crítico, de denuncia o reivindicación.
Por el contrario, SoHo entroniza en sus lectores el valor de uso y de consumo que sobre lo femenino, insisten otros actores de esa perversa industria cultural que insta en mantener esa idea de Hombre y de Macho, soportada en que su felicidad está exclusivamente en consumir mujeres. En lugar de proponer otro tipo de hombre capaz de construir relaciones simétricas y respetuosas con las mujeres, con el cuerpo femenino, la señalada revista persiste en un imaginario colectivo que termina confirmando ese carácter premoderno de un país y de una sociedad que culturalmente son conservadoras, violentas y excluyentes.
Es claro que SoHo usó como estrategia de venta, tal como lo ha hecho en otras ocasiones, la aparente reivindicación de la mujer negra. Pues en la imagen no existe un discurso que dimensione el rol político y social de la comunidad afrodescendiente. De aquellas mujeres que ocupan lugares en los distintos ámbitos de la sociedad, desde aquellos espacios donde aportan a la construcción de una sociedad diferente, o desde donde se denuncian injusticias y todo tipo de desigualdades y desde los cuales se lucha contra posturas discriminatorias y de segregación social.
Las mujeres jefes hogar y madres cabeza de familia, mujeres lideresas de comunidades y gestoras de procesos de paz, mujeres en las esferas del gobierno desde donde aportan a la edificación de un tipo de sociedad distinta que reconoce el aporte de los grupos minoritarios.
Lo que este tipo de respuestas genera en los ciudadanos es “un efecto de realidad” que puede mostrar y hacer creer lo que se muestra, que puede conllevar a un tipo de representación de la mujer que dista de ser real en la medida en que, en la vida cotidiana, la mayor proporción de mujeres, no se corresponden con las mujeres construidas por el mercado y visibilizadas a través de los medios de comunicación. Tanto SoHo como Hola hacen una discriminación racial y social de la mujer, con el agravante de que la primera, en una pretendida reivindicación racial, termina usando con fines meramente comerciales la imagen de la mujer afro.
Y frente a la postura que intenta, cual héroe, reivindicar la mujer negra, hay un situación particular: una visión práctica que les lleva a sacar el mayor partido, de las posibilidades que les ofrece el instrumento mediático del que disponen. Cabe, entonces, una reflexión más profunda y tiene que ver con la imagen que los responsables de los medios de comunicación tienen y dan de estos y de la verdad de su acción e influencia. Los medios de comunicación son, en conjunto, un factor de despolitización que actúa principalmente sobre las fracciones de clase más despolitizadas del público.
Esta banalización de la mujer negra excluida que hace SoHo, respondiendo a Hola, es mucho peor porque desdibuja más el rol de la mujer en una sociedad como la colombiana, y es por ello que como ciudadanía tenemos el deber y el derecho de combatir, pues sus efectos son tremendamente funestos para la cultura y la democracia.
*Docentes de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente
En palabras de Pierre Bourdieu, genera representaciones diferenciadas de clase social, de género y de raza para quienes las observan; reproduciendo discursos de los roles y estatus que la sociedad ha trasmitido y que ciertos grupos sociales simbolizan dentro de la estructura de la sociedad, que para nuestro caso evocaría el papel de las mujeres “afrodescendientes”. Mujeres que, por lo general, cumplen roles de servidumbre en casas y haciendas de mujeres poderosas (ricas, afamadas, influyentes y con reconocimiento social) que los medios de comunicación intentan imponernos como un patrón a seguir, sin detenerse a pensar lo que implica alcanzar dicho estatus, en materia de derechos, dominación y violencia cultural.
Tres meses después, en marzo de 2012, la Revista colombiana SoHo, bajo la dirección de Daniel Samper Ospina, con el aparentemente ánimo de reivindicar a la mujer negra y darle un lugar protagónico y en clara respuesta a la imagen registrada en la Revista Hola, hace un estudio fotográfico con cuatro despampanantes mujeres negras y publica una fotografía de tales beldades desnudas. La fotografía muestra a cuatro mujeres negras sentadas en poses sensuales, con un bronceado perfecto destacando sus curvas y pieles ébanos brillantes y seductoras, en un contexto tropical, con una piscina al fondo y de nuevo, como en Hola, incluyendo la servidumbre, pero ahora, con mujeres supuestamente blancas, pero que realmente son mestizas y humildes, como parte del decorado general.
Una de las modelos que posó encantada para la fotografía, Belky Arizala, directora de la fundación “El alma no tiene color”, argumenta que aceptó posar desnuda para sentar su voz de protesta frente a la discriminación y, por su parte, el director de la revista, Daniel Samper Ospina señaló que es una reivindicación de la mujer negra. ¿Reivindicación de qué? Nos preguntamos nosotros. ¿Frente a qué estás protestando, estimada Belky?
Esta nueva imagen evidencia una situación igual y tal vez, mucho peor que la foto publicada en Hola. El trasfondo de discriminación racial se mantiene, pues no sólo usa el mismo tipo de estrategia, sino que de fondo existe una intencionalidad de dar respuesta, bastante desatinada, que realmente sólo obedece a lógicas del mercado y de la sociedad de consumo, a un hecho que socialmente generó el rechazo e indignación por parte de diversos sectores de la sociedad, entre ellos el académico.
Cuestionamos esta respuesta de la Revista SoHo porque hace uso del mismo tipo de estrategia de violencia simbólica doblemente intencionada y manipulada, que confunde la ciudadanía y manipula la opinión pública. Usar un grupo de mujeres afrodescendientes imitando la escena de la fotografía de la revista Hola, reivindica la mujer negra como un objeto sexual, cosificado, que privilegia la superficialidad de la imagen del cuerpo, con el agravante, además, que en este caso, no aparece un discurso, una razón o motivo distinto a sentimientos de venganza y retaliación.
No aparecen las mujeres negras como señoras de la alta sociedad, tal como sí son mostradas las blancas en la imagen anterior y que originó esta desacertada respuesta de parte de SoHo, sino que su valor en tanto mujeres negras se minimiza a la estética sensual y al discurso sexual impuesto por la cultura machista y por esa ideología del gran macho que reproduce SoHo, elevando al estatus de mercancía el cuerpo femenino; es esa apuesta editorial, periodística e ideológica de la revista SoHo la que alimenta ese apetito masculino, de allí que sea una revista para Hombres. No se destacan las mujeres negras por sus cualidades intelectuales, artísticas, culturales, sociales o por sus habilidades como empresarias, no. Se destacan como símbolo sexual, como simples objetos sexuales.
Para los medios de comunicación y, de manera particular, para SoHo, la imagen desnuda de la mujer es un instrumento de las fuerzas del mercado que le posibilita ganar adeptos- y adictos a los desnudos- en la sociedad de consumo, más allá de ser un canal de formación ciudadana. Este medio es un actor más que, con sus propios intereses, dista mucho de cumplir con una función social de formación democrática fundada en un periodismo cívico y crítico, de denuncia o reivindicación.
Por el contrario, SoHo entroniza en sus lectores el valor de uso y de consumo que sobre lo femenino, insisten otros actores de esa perversa industria cultural que insta en mantener esa idea de Hombre y de Macho, soportada en que su felicidad está exclusivamente en consumir mujeres. En lugar de proponer otro tipo de hombre capaz de construir relaciones simétricas y respetuosas con las mujeres, con el cuerpo femenino, la señalada revista persiste en un imaginario colectivo que termina confirmando ese carácter premoderno de un país y de una sociedad que culturalmente son conservadoras, violentas y excluyentes.
Es claro que SoHo usó como estrategia de venta, tal como lo ha hecho en otras ocasiones, la aparente reivindicación de la mujer negra. Pues en la imagen no existe un discurso que dimensione el rol político y social de la comunidad afrodescendiente. De aquellas mujeres que ocupan lugares en los distintos ámbitos de la sociedad, desde aquellos espacios donde aportan a la construcción de una sociedad diferente, o desde donde se denuncian injusticias y todo tipo de desigualdades y desde los cuales se lucha contra posturas discriminatorias y de segregación social.
Las mujeres jefes hogar y madres cabeza de familia, mujeres lideresas de comunidades y gestoras de procesos de paz, mujeres en las esferas del gobierno desde donde aportan a la edificación de un tipo de sociedad distinta que reconoce el aporte de los grupos minoritarios.
Lo que este tipo de respuestas genera en los ciudadanos es “un efecto de realidad” que puede mostrar y hacer creer lo que se muestra, que puede conllevar a un tipo de representación de la mujer que dista de ser real en la medida en que, en la vida cotidiana, la mayor proporción de mujeres, no se corresponden con las mujeres construidas por el mercado y visibilizadas a través de los medios de comunicación. Tanto SoHo como Hola hacen una discriminación racial y social de la mujer, con el agravante de que la primera, en una pretendida reivindicación racial, termina usando con fines meramente comerciales la imagen de la mujer afro.
Y frente a la postura que intenta, cual héroe, reivindicar la mujer negra, hay un situación particular: una visión práctica que les lleva a sacar el mayor partido, de las posibilidades que les ofrece el instrumento mediático del que disponen. Cabe, entonces, una reflexión más profunda y tiene que ver con la imagen que los responsables de los medios de comunicación tienen y dan de estos y de la verdad de su acción e influencia. Los medios de comunicación son, en conjunto, un factor de despolitización que actúa principalmente sobre las fracciones de clase más despolitizadas del público.
Esta banalización de la mujer negra excluida que hace SoHo, respondiendo a Hola, es mucho peor porque desdibuja más el rol de la mujer en una sociedad como la colombiana, y es por ello que como ciudadanía tenemos el deber y el derecho de combatir, pues sus efectos son tremendamente funestos para la cultura y la democracia.
*Docentes de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Occidente
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